Pienso iniciar un escritorio dedicado a la disección de todo lo sagrado, lo venerado, lo común, lo normal y lo institucionalizado. Este es el primer apunte.
A continuación voy a glosar algunas ideas que he venido ponderando a través de los años, y por las cuales nunca me interesé por convertirme en un psicólogo (clínico), sino que preferí delinquir con las Letras. Por otra parte, creo que era inevitable que me interesara por lo que se conocía como psiquiatría radical o el existencialismo, simplemente eran posturas más humanistas. En aquéllos tiempos cuando estudiaba psicología, el más conocido de los rebeldes era R.D. Laing. Como era de esperarse, los libros de texto sólo le dedicaban un breve capítulo, como los libros de sociológía que a Marx sólo le dedicaban unas cuantas páginas. (Es por eso que uno debe ser siempre un autodidacta.)
Los primeros apartados son algunas ideas centrales del pensamiento de Laing, las que yo he glosado. Las nociones sobre el arte y la religión son de este servidor, pero estoy seguro de que no son tan originales. La originalidad sólo se halla en la locura, y a veces hasta el demente plagia una que otra ocurrencia.
- La cordura, la normalidad estadística, impone la negación de todas las contradicciones, represiones, injusticias y malestares de la sociedad; por lo tanto, el arte y la locura deben reevaluarse: debemos admitir que pueden ser facetas de un comportamiento curativo.
- Cuando comprendemos cuáles son los factores sociales que llevan a alguien a perder los estribos de la normalidad, advertimos que la locura y el arte puede ser la curación de la cordura. La cordura no es siempre preferible a la demencia. El cuerdo es un animal amansado y domesticado, generalmente manco de la creatividad y hasta de la imaginación. La visión imaginativa del excéntrico poeta o artista es el espacio de la creatividad, que suple respuestas y soluciones personales, para no tener que seguir tragándose las explicaciones y mentiras de la sociedad. La locura es el ámbito del verdadero más allá. El más allá siendo, por supuesto, el ser solitario, desnudo y sin promesas.
- Antes de llegar a conclusiones sobre el “subconsciente”, debemos examinar todos los factores sociales, familiares e interpersonales; además de admitir que lo social también comprende lo económico y lo religioso, las relaciones de poder que imponen estos dos importantes, quizá determinantes, factores.
Histeria religioso-cultural
No existe, hasta donde yo sepa, una “terapia cultural” o una “terapia espiritual”, y no debe sorprendernos. La religión organizada, la conducta religiosa en general, está a salvo de toda intervención estatal, fiscal y hasta social. Parece haber un consenso universal de que el comportamiento religioso no es un trastorno colectivo, sólo por el hecho de ser universal y estadísticamente normal. Ejemplos extremos: La circuncisión en las tribus africanas es condenado como mutilación en Occidente; pero la circuncisión de niños en los Estados Unidos y otros países es aceptada y hasta recomendada. Recordemos algo, antes de la anestesia, que es hace poco tiempo, los niños eran sometidos a la circuncisión a la fuerza: ¡qué padre o madre puede someter un hijo a tal dolor! Las justificaciones para seguir practicando la circuncisión son de origen supersticioso, pero con el tiempo se secularizaron, se institucionalizaron (dizque por higiene); en el fondo son pretextos para seguir las prácticas culturales de personas afectadas colectivamente por trastornos socio-religiosos. En los últimos años se ha generalizado otro tipo de histeria médica, que la circuncisión puede prevenir el contagio del VIH(1). Lo cierto es que la circuncisión siempre ha sido practicada por chamanes antiguos y modernos, para curar todas las perversiones sexuales imaginadas. En el fondo es querer condenar los órganos reproductivos a un estado vegetal (bíblico). Lo irónico es que en estudios recientes apuntan a que los hombres circuncisos son más “degenerados” que los incircuncisos. A mi modo de ver, ahora la mutilación de niños en Occidente es una práctica cultural de tipo cosmética-sexual. Es decir, el ser humano siempre seguirá hallando placer en todo, especialmente en las prácticas más sagradas.
León Leiva Gallardo
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