miércoles, 2 de mayo de 2012

Alison Maclean: sus dos primeros films

La directora canadiense Alison Maclean ha dirigido varios importantes proyectos de televisión, entre cuales The Tudors y Sex in the City. La primera vez que supe de ella fue en Facets Multimedia, la mejor sala de cine independiente de Chicago, donde se presentó Kitchen Sink (El lavamanos de la cocina), el corto metraje con la que hizo su debut y sin duda llamó la atención de los productores. Desde entonces no olvido su nombre. Me queda por ver Jesus’ Son (1999), su tercer film.

Crush (Enamoramiento)

La cruel veracidad de este film de Alison Maclean nos muestra pautas muy impactantes sobre lo que es la composición –descomposición– de una historia (léase vida), además de la caracterización de personajes que ocultan el bien o que atesoran la tragedia. Maclean nos enseña a ser narradores y narratarios. Su visión no parpadea con adornos, aunque sí se desvía adrede para que advirtamos esas tangencias que tanto se nos escapan y a las que por falta de mejores términos llamamos fácilmente bien o mal.

No existe el bien ni el mal, sino en el pensamiento, dijo el bardo de Albión. Maclean quizá murmure, solamente la comedia y la tragedia: lo que sucede en el espacio gris entre esas dos máscaras es cuestión existencial. Por eso Hamlet y Segismundo son personajes modernos. Por eso esta obra de McLean nos lleva a lo universal, que es el espacio donde transitan valores clásicos y modernos. El film Crush nos recuerda que la entereza de la mujer-mujer también se descompone ante las manifestaciones básicamente humanas: celos, envidia, deseo. El homo-erotismo no está exento de las bajezas.

Este breve comentario no se suscribe a la supremacía del bien, simplemente lo evita porque no hay manera de abordarlo sin caer en lo más común que es la moralidad. Quizá el bien sea la única respuesta a la insobornable realidad humana, que no es naturaleza ni condición, sino mera circunstancia.

Kitchen Sink (El lavamanos de la cocina)

Estupenda pesadilla de menos de 15 minutos. Una ama de casa comienza a limpiar el lavamanos de la cocina sólo para hallarse con una hebra de cabello enrollado, el cual trata de sacar no sin llevarse la sorpresa de que se trata de un cordón umbilical, luego un feto, después un homínido y finalmente un hombre. Estupendo sinopsis de la evolución masculina vista a través del scope de un lavamanos, instrumento –por excelencia– científico de la domesticidad. Al final descubre que el hombre no es del todo un monstruo, y cuando están a punto de llegar a un entendimiento sexual, ella misma, con su contumaz obsesión por la limpieza, mientras le acaricia la nuca, le halla un pelito que, de inmediato comienza a extraer con sus deditos (de ama de casa) compulsivos, de la misma manera en que halló el cordón umbilical al principio de la historia. Formidable cortometraje que me recuerda a David Lynch (Eraser Head) y a Buñuel (El perro andaluz); se notan el horror psicológico y el surrealismo, la obsesión con las partes anatómicas (Buñuel-Dalí) y con la inmundicia (Lynch).

Moraleja: Debajo de toda pureza humana hay un pelito, no se debe halar o extraer, no vaya a ser que se nos deshaga el macramé de la civilización.

                                                   León Leiva Gallardo


(Entrada recuperada, originalmente publicada el 22 de abril de 2012)

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