jueves, 28 de noviembre de 2013

El ajedrez de los dioses

          Ilustración de El libro de los juegos de Alfonso El Sabio (1283)


El ajedrez de los dioses

juego de reyes y rey de los juegos
cómo sabes reducir la espera vital
otorgándole a la palabra número
desmintiendo el logos y el todo

combinatorio espacial ajedrez
cómo designas las frías losas
donde los fatuos pasos del rey
siempre terminan en la nada

en las vetas de tu falso laberinto
hombres y mujeres igual sueñan
ser las piezas mayores cuando

en las eternas noches de insomnio
indolentes los dioses se entretienen
con la ciega fidelidad de los peones

(León Leiva Gallardo)

viernes, 8 de noviembre de 2013

John F. Kennedy: Presidente traicionado


Se ha vuelto todo un modus operandi de la maquinaria política estadounidense tergiversar y velar de misterio los asesinatos de sus Presidentes; todo para mantener la falacia que en este país no existe el asesinato político o el golpe de Estado. El caso más conocido por supuesto es el de John F. Kennedy. El documental John F. Kennedy: Un Presidente traicionado (John F. Kennedy: A President Betrayed/ Dir. Cory Taylor), basado en documentos que han sido desclasificados, revela tres iniciativas de Kennedy que además de haber sido truncadas por sus enemigos y adversarios, hasta esta fecha son desconocidos o negados por la ciudadanía, dado que los poderes que verdaderamente rigen no son consecuentes con sus actos y no permiten la transparencia. Las iniciativas fueron las siguientes: (1) John F. Kennedy hizo todo lo posible para llegar a un acuerdo de paz con Nikita Khrushchev, pero belicistas asesores de guerra (voceros del Military Industrial Complex) lo acosaban a hacer lo contrario; hasta el punto que EE. UU. estuvo a punto de librar un bombardeo nuclear contra la Unión Soviética. Toda la documentación de posibles negociaciones fue clasificada como alto secreto nacional. (2) Kennedy le dedicó mucho más tiempo y gestión a terminar la guerra en Viet Nam y retirar las tropas. De nuevo, la maquinaria militar industrial estropeo sus intentos. (3) Pese a la flagrante intentona contra Cuba revolucionaria, pese al hecho que Fidel Castro se declarara marxista-leninista, Kennedy nunca dejó de procurar las negociaciones con Cuba y directamente con Fidel Castro. En un momento crítico, Kennedy le envía un mensaje crucial a Fidel, mediante el cual explicaba que a él no le importaba que fuera comunista, pero lo que no podía permitir era que Cuba fuese aliada de la Unión Soviética. De nuevo, los belicistas truncaron la vía de la diplomacia y, como sabemos, hasta la fecha mantienen la “guerra fría” contra Cuba.

Si no hubiera sido por el golpe de Estado (mediante parricidio), durante la administración de John F. Kennedy, la Guerra Fría se habría resuelto por medios diplomáticos, la Guerra de Vietnam no se habría prolongado hasta 1975 y seguramente Cuba no habría caído en el totalitarismo del modelo soviético. La conclusión a la que es casi imposible no llegar es que hay intereses creados, de grupos ultra elitistas con ideas de supremacía, que hacen a Estados Unidos un país intolerante y belicista.


Y como todos sabemos, los perjudicados de la Guerra Fría a este lado del Atlántico somos los latinoamericanos. Los más infames dictadores de la segunda mitad del siglo XX nacen como hongos de alcantaría en varios países de América Latina  y son colocados como piezas del Poder por la misma maquinaria militar industrial que le sigue sacando provecho al terror y a la muerte, la Bendita Guerra (Blessed War) gracias a la cual Estados Unidos sigue siendo un Imperio Global.

                                                              León Leiva Gallardo

martes, 5 de noviembre de 2013

La Batalla de Chile (1975)


Documental: La Batalla de Chile (1975) dirigida por Patricio Guzmán

Este reconocido documental que recibió varios premios internacionales, constata como el golpe de Estado al gobierno de Allende no fue un imprevisto e único asalto por las Fuerzas Armadas, sino toda una maquinaria de sabotaje orquestado por los partidos de oposición, la Iglesia Católica, los empresarios, los sectores más retrógradas de la burguesía y, como siempre, fue apoyado y financiado por la CIA e incluso también directamente por el gobierno de EE.UU. El golpe más bajo, quizá fue la infiltración de los sindicatos de trabajadores chilenos. La CIA invirtió por lo menos 5 millones de dólares para instigar huelgas que debilitarían la economía nacional, desequilibrarían el funcionamiento del gobierno y finalmente justificarían el golpe de Estado. Lamentablemente este poderoso país donde habito aboga por la democracia en casa y la destruye en la del vecino y defiende el derecho a que su propio pueblo esté armado para defenderse, pero exige a los ejércitos de países vecinos para que impongan desarmes generales, para que los desposeídos no puedan defenderse. 

Documentales como este nos recuerdan que nunca hay que subestimar los extremos a los que ultimadamente llegan los conservadores y los fascistas.

Aquí (abajo) en mi blog van los enlaces pra que vean el documental completo.


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miércoles, 30 de octubre de 2013

Atropellos del Consulado de Honduras en Chicago

Además del escádalo ocurrido en Kansas City hace unos días (ver noticia: http://www.kchispanicnews.com/news_01span.html) cuando el Consulado Móvil de Honduras, representado por el Cónsul General de Chicago, Erasmo Montalbán, no atendió debidamente a los hondureños que viajaron desde otras ciudades de Estados Unidos, a continuación reproduzco una carta sobre otro incidente de muy mal gusto, enviada por el activista social y gestor cultural en Chicago, Alexy Lanza, a la Secretaría de Relaciones Exteriores de Honduras mediante la cual denuncia los atropellos del Consulado en Chicago y especialmente de los que parecen ser familiares del cónsul Erasmo Montalbán quien ya está en la mira como un incompetente, nepotista, que abusa del poder y no presta los debidos servicios a la ciudadanía hondureña en EE.UU.

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Chicago Illinois, 8 de Octubre de 2013

Secretaria de Relaciones Exteriores de Honduras

Mireya Agüero de Corrales:

Por medio de la presente, como Hondureños/as que residimos en Chicago, queremos expresar nuestro repudio ante el comportamiento vulgar, penoso e inaceptable de autoridades del consulado hondureño en Chicago.

Hace un poco más de un mes, el día 8 de Septiembre, Casa Morazán como parte de la Sociedad Cívica Cultural Centroamericana participaba en el desfile de Fiestas Patrias 2013, con el fin de conmemorar la independencia de honduras  y de nuestros hermanos países centroamericanos.

El proceso de organización del desfile es bastante cansado ya que se tienen que organizar varias reuniones con diferentes personas miembros de diversas organizaciones, finalmente se llega a un acuerdo sobre el orden de las Carrozas y otros aspectos logísticos tanto del desfile como del festival que se organiza al finalizar dicho evento.
El consulado hondureño había reiterado que este año no participaría en dicho evento, mas sin embargo dos semanas antes de realizarse el evento anuncio que participaría, ellos nunca asistieron a las reuniones de planeación donde se asignaron la numeración de las carrozas y el mismo día del evento llegaron queriendo estar al frente del contingente hondureño, lo cual no era posible por que ya había un orden establecido a seguir, decisión que fue tomada en reuniones previas con la participación de nuestros miembros, la persona que manejaba el vehiculo del consulado (como lo atestiguan las fotos que se adjuntamos con esta carta) insulto de manera indiscriminada y bajamente vulgar con palabras que no vale la pena repetir, primero a la compañera, Elena Meléndez. Una mujer arduamente trabajadora, la cual ha llevado el nombre de Honduras bien en alto en esta ciudad su hija Elena Victoria Ramón estaba presente durante el incidente con todos los niños que serian parte de la carroza y también con miembros de la Asociación de la Cultura Hondureña en Chicago, esto no privó al agresor ofender verbalmente a Elena Meléndez actual tesorera de Casa Morazán, la caul a intentado de comunicarse con el cónsul Erasmo Montalbán en reiteradas ocasiones sin recibir respuesta satisfactoria. Le seguiría el turno al Compañero Salvadoreño Tito Moreno, una persona conocido por su buen carisma y su solidaridad con nuestros países, hecho por el cual es reconocido en diferentes esferas de la comunidad latina en Chicago. Tito quedó sorprendido por que nunca había escuchado repetir tantas veces la palabra ““P”” en tan escasos 20 segundos.

Finalmente arremetería con mi persona Alexy  Lanza,  quien en la actualidad participo como presidente de Casa Morazán. Confeso que nunca en mi vida había escuchado alguien expresarse tan bajo, recuerdo una expresión acuñada en mi país, “pareces mercader” al referirse, cuando alguien se expresa vulgarmente con otra persona, lo cierto es que la gente del mercado que yo recuerdo cuando me mandaban por las tortillas era gente humilde que tenia mejores modales de los que mostraron estas personas que andaban con placas consulares en sus carros. Repito el leguaje fue vulgar, obsceno, denigrante, homofóbico  e inaceptable, para cualquier persona y con mucha más razón para un representante de una autoridad consular. Este comportamiento puso en peligro no solo la realización del evento, sino que también la seguridad de organizaciones y miembros participantes. Todo esto sin importar la presencia de los niños/as que son nuestro futuro.

Como Inmigrantes hondureños nos sentimos inmensamente avergonzados, en primer lugar con nuestra honduras por que no se merece tener este tipo de representación, en segundo con nuestros hermanos centroamericanos y en tercero con la opinión de la comunidad internacional. Escribimos esta carta para que haya un precedente y no se cometan este tipo de agravios que atentan contra la seguridad y dignidad de las personas. No tenemos que olvidar de que los consulados hondureños esta en primera instancia para servir a sus conciudadanos y no para ofenderlos y denigradlos, dicho sea de paso los servicios ofrecidos por este consulado son pésimos e irrespetuosos para todos los Hondureños  basta con entrar en la pagina del consulado mismo para evidenciar el sin numero de quejas por parte de hondureños que residen en esta parte del mundo.
Por lo tanto demandamos en primera instancia una disculpa publica ante Honduras, en segundo para con los inmigrantes hondureños los cuales contribuimos con el envío de remesas a sostener nuestro país honduras. Tercero ante la comunidad centroamericana y cuarto ante Casa Morazán, la cual demanda la destitución de toda la comitiva consular que representaba al consulado durante este penoso, lamentable e inaceptable precedente.

Atentamente

Alexy Javier Lanza Castillo
Presidente de Casa Morazán

Copias enviadas para:

Embajada de Honduras en Washington
Jorge Ramón Hernández Alcerro

3007 Tilden Street, NW
Suite 4-M Washington, DC 20008
Estados Unidos
Fax; (202) 966.9751
Tel; (202) 966.7702
http://www.hondurasemb.org/

Consulado de Honduras en Chicago
Cónsul, Erasmo Montalbán

4506 W. Fullerton Ave
Chicago IL 60639
Estados Unidos
Fax; (773) 342.8293
Tel; (773) 342.8281


PARLACEN Guatemala
Tel: (502) 2424-4600
Fax: (502) 2424-4610
Correo Electrónico:

Casa Presidencial, Tegucigalpa Honduras


Sociedad Cívica Cultural Centroamericana de Illinois

Comunidad y Medios de Comunicación Nacional e Internacional.

Casa Morazán se funda el 28 de junio del 2009, con el fin de ser una organización liderada por hondureños inmigrantes en los EE.UU. Toma como uno de sus pilares el legado histórico de Francisco Morazán el cual sigue teniendo vigencia para Centro América en el contexto de la integración y unión regional. Se asienta en él,  principio  que La Posteridad nos hará Justicia,  para que nuestros hermanos y hermanas Hondureños (as) no tengan que inmigrar como lo hicimos muchos de nosotros luchamos, por generar un compromiso serio que legitime el proceso de integración, así como la cooperación regional en torno a los temas de movilidad humana. Pretendemos  ser un ente protagónico hacia los diversos acontecimientos que nos lleven a transformar nuestro país, social, político, económico y cultural, por un mejor lugar para todos.






viernes, 25 de octubre de 2013

José Antonio Funes: magisterio de la metáfora

EN LA GRAN NOCHE DE LOS OLVIDOS

Escúchame desde la otra orilla de tu silencio,
desde esa playa donde yace insepulto el cadáver de un pájaro;
allí donde el viento, siempre piadoso, recoge a diario su canto de arena.
Escúchame tú
porque se lo he dicho tantas veces a las piedras.
Hay una ciudad donde es imposible desandar el pasado,
o borrar la ventana en la que aún queda una cortina blanca
como si alguien hubiera izado para siempre la bandera de la ausencia.
Escúchame desde ese campo que atraviesan
los caballos negros de lo imposible,
aunque mis palabras te lleguen fragmentadas
y no haya hilo capaz de zurcirlas en la gran noche de los olvidos.
Hay tantas cosas que no pude decirte
en aquel tiempo de amar, en aquel tiempo de hablar
y abandonarse a lo eterno
como un niño hambriento en un campo de manzanas.
Nunca te hablé de la pasión inútil con que se entrega la lluvia
al impaciente calor de la tierra,
o de la tristeza de los charcos cuando se les muere la luna.
Nunca te hablé del dolor del árbol
cuando se queda con su propia sombra
después que un golpe oscuro ahuyenta sus pájaros.
Nunca te hablé del mar amargo que despide al sol
en la puerta última del día,
del mar que no cree en palabras escritas en la arena.
Escúchame ahora, no te oscurezcas,
tengo una lámpara, una luz pequeña…


JOSE ANTONIO FUNES


Poeta, académico y Profesor universitario de Literatura. Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana, Universidad de Salamanca, España. Ha sido Vice-Ministro de Cultura yactualmente ejerce el cargo de Director de la Biblioteca Nacional de Honduras.

Ha publicado los siguientes libros de poesía: Modo de ser, Editorial de la UNAH, 1989; A quien Corresponda, Centro Editorial de San Pedro Sula, 1995 y Agua del tiempo, Centro Editorial de la Diputación de Málaga, 1999. Asimismo, ha participado en las siguientes antologías: Aventuras Sigilosas, [Colombia]: antología de poesía hispanoamericana, 1989. Palabras de Paso: Antología de poetas en Salamanca, 1975- 2001, Ediciones Amaro, Salamanca, España, 2001; Antología de poetas hispanoamericanos, Ayuntamiento de Salamanca, España, 2002. Es Premio de Estudios Históricos Rey Juan Carlos I [2004] con la obra Froylán Turcios y el modernismo en Honduras [Banco Central de Honduras, 2005].


sábado, 12 de octubre de 2013

Un bello poema de Olga Orozco

Mujer en su ventana


Ella está sumergida en su ventana
contemplando las brasas del anochecer, posible todavía.
Todo fue consumado en su destino, definitivamente inalterable desde ahora
como el mar en un cuadro,
y sin embargo el cielo continúa pasando con sus angelicales procesiones.
Ningún pato salvaje interrumpió su vuelo hacia el oeste;
allá lejos seguirán floreciendo los ciruelos, blancos, como si nada,
y alguien en cualquier parte levantará su casa
sobre el polvo y el humo de otra casa.
Inhóspito este mundo.
Áspero este lugar de nunca más.
Por una fisura del corazón sale un pájaro negro y es la noche
—¿o acaso será un dios que cae agonizando sobre el mundo?—,
pero nadie lo ha visto, nadie sabe,
ni el que se va creyendo que de los lazos rotos nacen preciosas alas,
los instantáneos nudos del azar, la inmortal aventura,
aunque cada pisada clausure con un sello todos los paraísos prometidos.
Ella oyó en cada paso la condena.
Y ahora ya no es más que una remota, inmóvil mujer en su ventana,
la simple arquitectura de la sombra asilada en su piel,
como si alguna vez una frontera, un muro, un silencio, un adiós,
hubieran sido el verdadero límite,
el abismo final entre una mujer y un hombre.

                            Olga Orozco

miércoles, 2 de octubre de 2013

De cómo a veces “las letras” cambian

              Baltasar Gracián
De los 15 a los 25 años la literatura para mí tenía un valor imaginario y mítico; de los 25 a los 35 tenía un valor formativo, ya que estudié Letras e impartí clases; y de los 35 a los 45, cuando comencé a escribir (como ven, nada joven), me traicionó el entusiasmo, y la lectura pasó a un segundo lugar. Ahora sólo espero que en esta década, entre los 45 y los 55 (estoy a medio lustro), la lectura recupere el valor mítico para que la escritura también se nutra de ello. Mas siento que cada vez son menos los “grandes escritores” que me transporten a lugares y tiempos extraordinarios. Sin duda el entusiasmo, como ciega vía al saber, no es uva “dulce ed utile” como definió Horacio a la propia literatura en su Ars Poetica. Pero hay algo feliz en toda esta malversación, que seguramente no soy el único que la padezco: hay que volver a leer los clásicos. (LLG)



He aquí un aforismo de Baltasar Gracián

Conocer las cosas en su punto, en su sazón, y saberlas lograr. Las obras de la naturaleza todas llegan al complemento de su perfección; hasta allí fueron ganando, desde allí perdiendo. Las del Arte, raras son las que llegan al no poderse mejorar. Es eminencia de un buen gusto gozar de cada cosa en su complemento: no todos pueden, ni los que pueden saben. Hasta en los frutos del entendimiento ai esse punto de madurez; importa conocerla para la estimación y el exercicio.

                                          del Oráculo manual y arte de prudencia


León Leiva Gallardo 
2 de octubre de 2013

miércoles, 18 de septiembre de 2013

De zorros y erizos: una incursión a la conciencia

          Raúl Dorantes (en el basement)
 Toda obra literaria es una exploración de las realidades percibidas, imaginadas e inclusive olvidadas. En este sentido el acto de escribir es un ejercicio nemónico, un complejo mecanismo para traer a superficie lo que almacenamos en algún rincón —y para usar un término por medio del cual se manifiesta el escritor mexicano Raúl Dorantes— en un sitio especial del basement (sótano, en inglés).

Solo basta leer unas páginas de la novela De zorros y erizos (Editorial El Beisman, 2013) para uno darse cuenta de que en esta excursión a la realidad inmediata, también se procura explorar las conciencias que conforman una cosmovisión. Estas conciencias que pueden incluso concebirse como esferas personales, sociales y míticas (subconsciente colectivo y cultura) se advierten en la interacción de personajes que parecen estar atados a un fatalismo histórico, del pasado y presente individual y de un tiempo imaginario (el de la muerte). Estos trámites de conciencia los ha empleado Dorantes anteriormente en sus cuentos y obras teatrales, pero en esta su primera novela —ambientada en Pilsen del sur de Chicago— es donde se estructuran cabalmente para componer la obra que a mi ver es un precedente literario (en español) en el tema de la vida del migrante.

La novela como excursión narrativa por Pilsen —el sector histórico de Chicago donde en las últimas décadas conviven mexicanos y méxico-americanos— trata de la precaria vida de un grupo de latinoamericanos que sobreviven entre las artes y el hastío y, como en suerte de rito lúdico, forman una fraternidad (en verdad una hermandad, porque hay mujeres) mediante la cual conviven desamores, vicisitudes, intereses artísticos e intelectuales y hasta la cuita mayor, la muerte. El hilo unificador es la vida misma de Jacobo, el narrador, quien no parece figurar porque se distancia o mira a través de una cámara, parecida a la de cine. No obstante lo dicho, entre los personajes de mayor importancia están, como advertimos al final, el mismo narrador, Jacobo, el periodista y el pintor Xul. (El nombre de este personaje de pronto viene del pintor argentino, Xul Solar, pseudónimo de Agustín Alejandro Schulz Solari.)

Esta novela da mucho que pensar y también mucho que explorar. Sin duda podría ser texto esencial en las clases de literatura, ya que en esta se combinan diestramente varios estilos narrativos (de los más avanzados), técnicas de diálogos, tiempos verbales y lenguajes, sin que estos se antepongan o confundan. Esto quizá se deba a lo auto referencial, escribir sobre el escribir; algo que se hace explícito al final de la novela, cuando el narrador se refiere a las partes de su “reportaje” que resultan ser secciones o capítulos de la novela misma (pp. 239-240).

Los aspectos formales más notables de la novela son los siguientes: rápidas intermitencias de escenas, la constante interlocución de lo aparentemente inconexo, el uso de varios estilos narrativos y de mecánicas de diálogos, alusiones a las artes, el intertexto, referencias históricas y políticas (locales). Todo esto se complementa y resulta en una cabal composición entre forma y contenido.

Como otro componente, el lenguaje transita entre el informal, el formal y el culto. En cuanto al lenguaje informal vale mencionar que Dorantes siempre ha usado el spanglish como vehículo de apropiación de una voz “auténtica”. Notablemente, me parece que si la novela se limpiara de todas las frases y giros en spanglish, perdería mucho la ambientación de subcultura, pues trata sobre la vida de personajes migrantes y sobre la adaptación o inadaptación de los mismos. Dorantes también hace las debidas distinciones nacionales de sus personajes, y, por supuesto, como ha sido siempre, maneja muy bien los diálogos. (Vale mencionar que los diálogos y narraciones de Xul son magistrales.) La narrativa de Dorantes es económica, mas en muchas ocasiones se vuelve descriptiva, reflexiva o contemplativa, aspecto que ayuda al lector también a reflexionar o registrar lo que es más que una excursión o un anecdotario. Haciendo colación de la manera de concebir esferas varias de coexistencia, es notable que Dorantes a menudo utilice el futuro simple y especialmente el condicional para describir las acciones.

Sus palabras serían un consuelo. Arriba zumbarían las aspas del ventilador; abajo me reconfortarían el olor a tinta seca, un Streetwise y cientos de libros alrededor. Luego de un tercer cabeceo, volvería a hacer un recuento de las veces que Xul había pronunciado sus frases, cuatro palabras, 13 letras que nos salvaban de la muerte […] (p. 133)

Esta opción no es un deje estilístico. De hecho con estos tiempos crea una experiencia o una vivencia casi onírica. La misma imprecisión o antelación de las acciones por realizarse nos permiten transitar entre pasado, presente y futuro. Estos tiempos verbales son incluso cruciales para que la voz y visión del narrador (personaje clave al final) se nos haga más verosímil.

En términos generales, la novela se suma a la novelística contemporánea latinoamericana, en la que frecuentan los temas auto referenciales, el estilo de la crónica, la metaliteratura, la erudición o la cultura popular, etc., combinados con la búsqueda de lugares, tiempos, personajes o seres perdidos. Como ejemplos, basta mencionar Los detectives salvajes de Bolaño, Respiración artificial de Ricardo Piglia, El cantor de Tango de Tomás Eloy Martínez o El ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vázquez. Se advierte, sin duda, una diferencia, algo que distingue a Dorantes, además de su lenguaje, y es que De zorros y erizos puede ser literatura comprometida. En la misma excursión por las calles de Pilsen, además de ser una exploración del sí mismo, se presencia un acto de conciencia social y auténtica preocupación por las condiciones de vida de los migrantes. Lo anterior es emblemático en toda la obra de Dorantes. No es una exageración decir que Raúl Dorantes ha sido, por medio de la literatura y la crónica periodística, un incansable historiador de la vida migrante en Chicago. El libro Y nos vinimos de mojados (2007), que escribió junto con Febronio Zatarain, es una de las mejores muestras de crónica cultural que se han escrito en español en EE.UU.

No obstante el reconocimiento de la preocupación social, De zorros y erizos es, más que todo, una incursión a la conciencia. Como es habitual en los escritores, el momento histórico, el entorno e incluso las tramas o tragedias a veces son territorio o solar donde pueden edificar su casa, academia, templo o panteón. El carácter introspectivo de Dorantes lo lleva siempre a perseguir lo metafísico en todo nicho que habite. De la misma manera que un poeta, oportunista como un zorro, interioriza el entorno inmediato y luego lo vuelve habitable con sus “demonios”, léase preocupaciones literarias, existenciales, políticas o filosóficas. Curiosamente, es difícil decidir si Dorantes es un zorro o un erizo. Hay momentos en la novela en que manifiesta un entendimiento unificador, pero también hay muchas instancias en que se presenta como un tenaz malabarista de la realidad. Esta interesante distinción de caracteres la hizo Isaiah Berlin, basado en la fábula, y por medio de Marco Escalante, quien por cierto fue quien recomendó el nombre a la revista Zorros y Erizos, llega a ser parte del discurso de Dorantes; algo que nos demuestra que aquí estamos tratando de una literatura de ideas y no de meras tramas entretenidas.

Hablando de tramas, la de la novela de Dorantes no es tan débil como suelen ser en la novelística latinoamericana, además que es una muy interesante. El pintor Xul ha hecho una profecía. Alguien de la Fraternidad va a morir el 12 de octubre. Esta profecía desencadena todo tipo de especulaciones y sorpresas que de por cierto mantienen en suspenso tanto a los personajes como al lector. Por otra parte hay subtramas, la de los personajes y miembros de la Fraternidad, quienes siempre están glorificando sus cuitas. La trama mayor entre los miembros de la Fraternidad es la de Jacobo, el periodista y narrador. Estos personajes inmersos en sus propias esferas personales chocan, se unen, se combinan, se separan, todos en un conglomerado confuso, caótico, pero que a la vez los mantiene en senda constante. Imagínense la mirada de Dios ante el caos humano; nos veríamos como hormigas insignificantes, y sin embargo en la inconsútil labor de seguir con vida. En una parte de la novela, a Mauricio, quien padece de un malestar cardíaco, parece solo importarle el cine (se alude al film Donde sueñan las hormigas verdes de Herzog, 1984):

Solo le importaba El sueño de las hormigas verdes, que hibernaban para soñar el universo. (p. 125).

Las esferas también se intersectan (sin comentarios morales, valga más) y nos remiten al plano histórico actual; mas asociadas con alusiones ya sean del narrador o de los personajes en sus diálogos, nos llevan a otros planos (ancestrales, intertextuales o metaliterarios). Lo anterior se puede apreciar en la narración de Xul:

Sí, hay un mundo tan de uno que los demás no pueden entender; uno tampoco puede verse como los demás lo ven. Uno está en su propio mundito, y ve que pasa un avión y murmura: ese avión podría ser lo más grandioso pero nunca llegará a una flor. En ese momento esa es la verdad y nadie se la quita. Después —puede pasar un mes, un año— ya empieza uno a ver el mundo como los demás. Te causa dolor. […] las cosas que uno plasma así son bien chingonas. ¿De dónde las saca uno? De toda esa continuidad de vida que se ha ido acumulando. (p. 97)

Esta definición de la manera de ver, de la visión de mundo del personaje, la podemos atribuir a la novela misma, es decir, al autor. Se sabe que todo escritor está en constante valorización y revalorización de su persona y de su realidad. Las obras literarias que compone constatan sus actos de fe, que de hecho son fieles solamente a las circunstancias: he ahí la libertad en las letras y las artes.

Raúl Dorantes ahora nos permite presenciar otro de sus actos, el más tenaz entre varios que ha puesto en nuestras manos. 


                                                                                          León Leiva Gallardo, 
                                                                                          San Antonio, Texas, 
                                                                                          31 de agosto de 2013

(Esta reseña se publicó originalmente en la revista MediaIsla: http://mediaisla.net/revista/2013/08/de-zorros-y-erizos-una-incursion-a-la-conciencia/)


domingo, 8 de septiembre de 2013

Ryszard Kapuściński: La guerra del fútbol

Ryszard Kapuściński y su obra célebre de periodismo narrativo, La guerra del futbol, creó todo un mito sobre las causas del conflicto entre Honduras y El Salvador en 1969. El brillante periodista nos explica cómo el futbol fue una coincidencia que solo sirvió para encubrir las ya incendiarias relaciones entre los dos países. Se trataba de dos regímenes militares manipulando las vidas de los hermanos centroamericanos. Operativos clandestinos militares de Honduras aterrorizaban a miles de campesinos salvadoreños que por décadas habían ocupado tierras hondureñas. El Salvador optó por movilizar sus tropas a territorio hondureño y así comienza “la Guerra de las 100 horas”, más conocida como La Guerra del Futbol. 

El maestro polaco, el más reconocido corresponsal de guerra de su tiempo, nacido en Varsovia, y quien falleció en el 2007, escribió la excelente crónica (que se lee como novela) basándose en testimonios propios al ser testigo ocular del conflicto armado. La importancia histórica de esta guerra no fue tanto la violencia que se desató en la frontera, sino las consecuencias a largo plazo. Se estima que entre 60,000 a 130,000, de los 300,000 campesinos salvadoreños que trabajaban (sin documentos) en Honduras fueron deportados, a la fuerza, a regresar a su país. Irónicamente, esta vasta población migrante no fue tampoco bien recibida en su propia tierra. Se cree entonces que La Guerra del Futbol fue la antesala a la guerra civil que se desataría en El Salvador a mediados de los setenta. Además, por supuesto, de haber causado el cese al Mercado Común Centroamericano, original precedente al actual mercado común europeo.

(León Leiva Gallardo)

lunes, 12 de agosto de 2013

Obasute

Obasute
(haikus enlazados)

nieve en la senda
el sol derrite
las huellas de sus pasos

la noche es alta
brilla el ascua en la fogata
la ventisca habla

y Damián sueña
que al amanecer llega
a la montaña

(León Leiva Gallardo)


lunes, 24 de junio de 2013

Machado de Assis

Tenaz enunciado anti-romántico en la novela Memorias póstumas de Bras Cubas (1881):

Marcela amou-me durante quinze meses e onze contos de réis; nada mais.


Esta novela además de dar inicio el realismo en Brasil, define a Machado de Assis como uno de los grandes novelistas del mundo. Otras novelas como Quincas Borba y Don Casmurro solo vendrían a confirmar su genio y sin duda lo ubicarían entre los de avanzada en Occidente. Toda clase introductoria de literatura iberoamericana debería hacer obligatoria la obra de Machado de Assis: el hombre que nos enseña a reír y no a lloriquear.



                                                        Machado de Assis (1839-1908)


sábado, 15 de junio de 2013

Goran Ivanovic: compositor

(The bio reproduced below was obtained from the Internet, and it is not current. Goran has, as expected, developed into a great composer.)

                    Goran Ivanovic

One of the foremost guitarists of his generation, 28-year-old Goran Ivanovic's intense and introspective melodic interpretations can be credited to his controversial ethnic background and his steadfast pursuit of a diverse and progressive repertoire. A child prodigy in his native town of Osijek, near the Hungarian border in Croatia, Ivanovic was born and raised by a Bosnian Croat mother and Serbian father. His father was also a locally acclaimed rock musician who built jazz guitars. He left home for the Mozarteum in Salzburg, Austria in 1989, just before the outbreak of the bloody civil war. While he was studying with masters such as Elliot Fisk and Joaquin Clerch, his parents were perilously expelled from Croatia. They joined him in Salzburg as refugees, until the family was granted Political Asylum in the United States.

Permanently exiled from his native country, Ivanovic has retained the spirit of the region through his unique and fiery renditions of Balkan folk pieces. He has also added Spanish and Latin American music to his repertoire, and these along with his recent explorations of jazz and blues rhythms have combined for an inimitable sound.


La feria : elecciones en la H


El periódico Honduras Weekly no aceptó que se publicara este artículo hace un año. A ver si lo leen y me dicen cuál es el improperio.


Welcome to the Country Fair
León Leiva Gallardo

The other night as I pondered about how negatively my country is perceived abroad, a series of images, names, and historical events came to mind as a mode of defense. (I often succumb to a sort of infantile regression when I’m taunted by bullies of all sorts.) You see, readers, my home may be the smallest and most humble of homes, but I still regard it as the most special place in the world. Sometimes one must insist on such child-like stands because, after all, they do reflect the most sincere response the admonitions of those who think themselves all-knowing and yet fail to grasp the concepts of cultural relativism, and—God forbid!—won’t dare subscribe to the concepts of foreign domination and exploitation.

In the beginning of The Charter House of Parma, the French novelist Stendhal affords intriguing observations about the attitudes that the French and the Italians have towards the poor. He notes that the French see poverty as ridiculous and of bad taste, whereas the Italians, he seems to imply, have a better acceptance of misery and actually feel compassion for the less fortunate. My inclination would be to agree with Stendhal and, following the same line of thought, I would add that the English and Americans think that poverty is a social disease, and most likely a spiritual chancre, as a result of falling out of God’s grace. (Think Calvinism.) The Spaniards and Latin Americans in general, I would say, have the same attitude as the Italians. It is easy to understand why. Centuries of Catholicism propagating the idea of a suffering god have endowed us “southerners” with a soft spot for the disenfranchised; something that, by the way, does not mean that we are more egalitarian.

But of course these are all generalizations and stereotypes. Let us pursue them further. What then do Hondurans think of the poor? The expected attitude would be one of compassion and understanding, yet, if I may add, this will only be found among the soft of heart.

Most Hondurans who are in the position to have an opinion on the subject would think that the poor are lazy, that the ignorant are brutes, and that the rebels are criminals. This is more than a stereotype. You can ask any wealthy businessman, young professional, or woman of a “good family name”, and you will receive the same answer. Try it. If you run into someone who thinks otherwise then you have encountered a very rare species called the clase pensante (the thinking class). The thinking class will follow up with the aforementioned concepts of foreign domination and exploitation, and will eventually hit you on the face with the most expected next blow, European domination and exploitation and finally, the horror!, American domination and exploitation. And that is not polite at all. Let us not offend the sensibilities of our closest foreign patrons. Honduras is still for sale. Some of the cheapest products of Honduran poverty are congressmen and congresswomen: Cheaper than a mule, the infamous citation still reads.

In such state of affairs, we will continue to be bullied and laughed at. Foreign attitudes will not change as long as there are people who would rather wait for the next drop of money to fall from the pyramid-trickle of corruption (the trickle-down theory of Reaganomics) than to adopt the defense mode of the thinking class.

        The other cheap products of Honduran poverty are talent and intelligentsia. You see, it takes more than thinking to be part of the thinking class. It takes a little compassion too. And I would rather use the term empathy, but I want to avoid using psychological terms, lest they contaminate our mode of understanding. Poverty is not a social or psychological disease; it is a historical reality, an ongoing history of relations of power. Our only mode of defense for now is education. Honduras will continue to be poor for the rest of the century as a result of the enemies within, those who sell themselves cheaper than a mule; and our enemies without will never have any respect for us so long as we have these merchants of poverty. How dare we criticize the likes of William Walker, Zemurray, and/or Negroponte, who meant to perpetuate our misery, when we have government officials, businessmen, religious leaders, and lawyers who sell themselves cheaper than a mule.

In comparison to El Salvador, Guatemala, and Nicaragua, the United States has had to use very little force to impose its pauperized version of democracy upon Honduras. I guess the thinking class is too small and weak. I insist that the only one way out of this situation is education.

Perhaps if we continue to enlist thinkers rather than merchants into our ranks and files, perhaps, the people in power (and the people under) will begin to feel embarrassed about their backwardness and our foreign patrons will stop thinking that we are ridiculous, sickly, and indecent. But to speak of education is not enough. Panaceas have proven to be useless, annoying reiterations that sound more like whining. When corruption is no longer a mere modus operandi of a few in the machinery of the State and becomes a modus vivendi of a larger population of trickle-down conformists, then the time has come for the thinking class to take things into their own hands.
        Now, I suspect that Honduras is reaching a critical point, and the coming elections should prove to be quite a top-rated show. The charade, of course, leaves us with the nauseous sentiment of the absurd, of having to pretend that we do not exist because the fair is about to begin. The country fair, where the best breeds of mules will be picked out and placed on display, shall prove to be the most "affordable" elections since the 80’s. The grand finale will consist on the blinded citizens pinning the best mule’s ass with their idiotic certificates of approval.


martes, 4 de junio de 2013

Salvador Madrid, poeta hondureño: de los Lumbos



En Santa Bárbara existe el reino de las Lumbas y de los Lumbos.

Un Lumbo es alguien parecido a un jilote, casi como un yuyo, está lejano del penco y del bruto; no es jayán, ni mostrenco; es primo tercero del desmuelado y del detenemelapeña. Un Lumbo es algo pacienzudo, pero es dulce y noble, sus hijos pueden ser melancólicos; les gusta el café, las tortugas y sueñan que un día serán pescadores.

No confundan al Lumbo con el aguanbado, con el pereno, con el lento, la tapia, el torpe, el pachorra. No. Nada que ver con el abrejeta, con el amoinado, con el pasalobien o el choyudo. Son totalmente diferentes.

Con el Sanguamilón comparten zapotes, pero no se parecen tampoco, sólo gustan de la misma fruta. El bayunco se parece un poco al Lumbo, pues el bayunco hace bayuncadas pero sin querer, la diferencia aquí parece técnica, pero realmente es esencial, pues un Lumbo sólo comente lumbadas, no puede hacer ni bayuncadas, ni estupideces. Los Lumbos no son pendejos, aunque conozco pendejos que serían felices siendo Lumbos.

Un Lumbo, por ejemplo, no baja las cuestas: las sube. Hay Lumbos de nacimiento como Alex Darío Rivera y adoptados como Candelario Reyes García, aunque Lupita y los hijos de Candelario son Lumbos de abolengo. Los Lumbos son expertos en ver la llovizna, en contar las luciérnagas con el dedo índice, les gusta la poesía, son revolucionarios naturales y son felices imaginando el viento cuando va entre las cortezas y las hojas. Yo digo que sólo los sefarditas pueden ser Lumbos.

Los Lumbos son despistados y buenas gentes. Los Lumbos no tienen nada de brutos. Los majaderos y los majes nunca podrán ser Lumbos. Los fascistas no pueden ser Lumbos. El corazón de los Lumbos es como el resplandor primero en los bosques; por eso creo que al principio del mundo el primer Lumbo y la primera Lumba, fueron los que se apartaron de la tribu que sólo pensaba en comer y tener la panza templada, para irse al horizonte a soñar y a entender la canción de la lejanía.

Hay Lumbos para todos los gustos; en Santa Bárbara venden Lumbos en chocolate, Lumbos con miel, Lumbos en empanadas, llaveros de Lumbos y chancletas de Lumbas, Lumbo con leche, café con Lumbo; también hay Feria de Lumbos y existe la Santísima Virgen de los Lumbos y también hay unos hijos de la Gran Lumba politiqueros, que poco quieren la tierra del junco, del café y de las Lumbas bellas.
Los Lumbos y las Lumbas, en verdad son seres extraños, tan extraños que parecen gentes. Les gusta contar perras en las esquinas de las calles, andar sin camisa, son mentirosísimos, todo Lumbo jura que él tiene la razón, que sabe donde están todas las botijas, le clavan apodo a todo el mundo, se ríen de los pendejos y de los brutos y de los estúpidos. Las casa de los Lumbos convoca la alegría y la buena fe. Los Lumbos son inocentes de todo. Si vas a Santa Bárbara los Lumbos te mirarán largamente, reconociéndote, y si hay algo de Lumbo en vos te van a querer, te van a dar su taza y su café, sino intentarán venderte la luz del día o los peor: cobrártela.

Nunca le temas a un Lumbo. Con las Lumbas ¡cuidado! que son bellas y te pueden lumbonizar.

El poeta Rigoberto Paredes y el teatrista Delmer Dagoberto López Moreno están encachimbados porque no son Lumbos, casi casi salen Lumbos, pero salieron trinitecos, y hay diferencias entre trinitecos y Lumbos, los trinitecos cuando cuentan u oyen una perra dicen: "¡Santísimo lindo!" los Lumbos dicen: "¡Santísimo!", una cosa es cierta, los trinitecos son otro pisto y otras jaranas, esos locos y pirómanos que son primos entre todos y le declaran amor a todo el mundo, serán tratados por este poeta en otra ocasión, aunque si adelanto que ya llevo el “Tomo II de la Enciclopedia Universal Santabarbarense de Fundación del Gran Guacal y del Ayote con Dulce” en ese tomo trataremos a esos seres llamados Trinitecos.

Lumbos, Lumbas, era mi hora de descanso y pensé en tocarlos con estas palabras, en joderlos un poco, por aquello que yo amo lo que ahí respira y por aquellos días de sueños bajo las colinas de Santa Bárbara.

lunes, 3 de junio de 2013

César López Cuadras: un memorial inicial de su muerte

                                  César López Cuadras (1951-2013)

Este lunes amanecí muy contento poniendo chistes en Facebook, escuchando música alegre y el resto. Pero parece que la tristeza no deja de acecharnos como una mano blanca que nos dice, no te rías mucho que esto es de verdad. Hace unos minutos me avisaron que murió mi gran amigo y mentor en México, César López Cuadras, quien sufrió un derrame cerebral hace unos años y creímos se estaba reponiendo. Yo hablaba con él por teléfono y parecía que se estaba reponiendo, y hoy me di cuenta que no más. Comparto mi pesar con ustedes por razones obvias.

Si no hubiese sido por la labor de César muchos de los escritores en Chicago no habríamos figurado para nada en México. Febronio y César procuraron todo en Guadalajara donde conocí a César y me entregó, literalmente, las llaves de su casa, donde Humberto y yo pasamos dos semanas en diciembre del 96. César me facilitó un lugar propio donde escribir y leer, en el fondo de su corazón tan sabio, y ahora siento que pude haber llegado a verlo no solo llamarlo, y por eso les escribo a ustedes. Hay que vernos de vez en cuando.

Favor demos a César sus debidas despedidas sin guardar mucho duelo, y menos luto, sino con la reproducción y difusión de su obra: un homenaje a quien nos apoyó tanto y nos quiso tanto. Algunos de ustedes no lo conocieron personalmente pero les hago saber porque para mí él es muy querido, como lo son ustedes.

Un abrazo a todos,

LLG
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César López Cuadras (1951-2013) estudió Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fungió como coordinador de talleres de lectura de preparatoria y dirigió la revista Luvina, de la Universida de Guadalajara. 

Fue ganador del primer lugar del Concurso de Publicación de Obra Literaria de la Universidad de Guadalajara (1993) por La novela inconclusa de Bernardino Casablanca y en el 2010 el Gobierno del estado de Sinaloa le otorgó el Premio Sinaloa de las Artes 2009 por su destacada contribución a la vida cultural de la entidad a través de su obra literaria.

Entre sus obras más importantes se encuentran: La primera vez que vi a Kim Novak, (1996); El gran padrote (1999) y Cástulo Bojórquez (2001).



lunes, 27 de mayo de 2013

Un cuento para los que padecemos de insomnio:

La Era del Pez

Era un tipo que pasaba esperando el fin de los mundos, simplemente porque le convenía. Le dedicaba horas de contemplación al cielo que se le asomaba por la ventana, y, con cualquier espurio desplazamiento de una estrella fugaz, se alimentaba de la más mínima conmoción de la nada. “Alguien que se pasa viendo el cosmos en la noche”, le dijo su madre al médico de cabecera, “y no se acuerda del caos en el que está su cuarto en el día, dígame Doctor, ¿verdad que está enfermito?” Pero el Doctor se quedó más bien sin habla, pensando en la exactitud de las palabras de la anciana. No hay duda, pensó el doctor Banegas, que esta casa está habitada por científicos. Quién sabe si ese pobre hombre sufre de la enfermedad de Asperger o es un astrofísico de cojones.

Pero el tipo no se componía. No era dañino consigo mismo ni con nadie ni rompía las reglas de urbanidad ni atropellaba o insultaba al prójimo, simplemente no creía en la utilidad de todo lo que se hacía para seguir con vida. Se reía cínicamente como un perro de la antigua Grecia y, mascando su propia saliva, para aplacar las ganas de gritárselos en la cara, murmuraba lo mismo de siempre: Ya verán el día cuando nieve en verano o cuando en invierno una onda solar les descomponga los fusibles…

Curiosamente, el tipo se creía el hombre más solo del mundo por sus creencias. Quizá no se daba cuenta de que el proscenio apocalíptico que procuraba era más bien un mal común. Por todas partes del planeta había manifestaciones de histeria colectiva parecidas, la mayoría religiosas, muchas de carácter moral y psicológico y algunas hasta científicas. El pueblo pensante y no pensante sufría del mismo mal. No se trataba de un mal de siglo, sino de un mal de era.

Sucedía que los europeos llevaban más de un siglo sin causar otra magnánima guerra mundial y las invasiones de América contra los miserables países del tercer mundo no eran más que magníficos actos de terrorismo: implosiones, intervenciones cibernéٞticas, demoliciones de ciudades sin tener el efecto sacrificio que habían tenido, por ejemplo, los sesenta millones de rusos que murieron para impedir que Alemania se tomara el mundo. Eso era lo que faltaba: la Tercera Guerra Mundial.

De ninguna manera Faustino iba a desear un Hiroshima y Nagasaki, tampoco un Auschwitz u otra batalla de Leningrado. Era algo más hondo en el alma de los hombres, algo menos violento y sin embargo de insidiosa intención como la larguísima y exacta trayectoria del meteoro que habría de destruir la litósfera terrestre. Había momentos de dilatada contemplación y ponderación en que Faustino estaba a punto de hurgarle el meollo al asunto, pero justo en ese instante fiat llegaba su madre y le decía, “deja de estar pastoreando y por favor ve a comprar un queso y harina que le voy a preparar una milanesa al pobre de tu padre, que casi se me olvida que mañana cumple años”. Faustino la miraba con decepción como diciéndole, aquí nadie comprende lo importante que es mi silencio. “Date prisa, por Dios, que van a cerrar…” y lo demás era cotidiano.

Faustino también cumplía años. La última vez había logrado medio siglo de espera, como él mismo lo llamaba, vivir es esperar. Para distanciarse un tanto de su espera y de la conciencia de estar en espera Faustino se dedicaba a uno de los pasatiempos que le habían quedado de infancia, jugaba al ajedrez contra un antiguo software del siglo pasado, uno de los primeros y, por lo tanto, no muy inteligentes. Tenía tres grados de dificultad: iniciado, competente y máster. Por supuesto que hasta el master level era muy sospechoso, no con un programa de los 80 tardíos del siglo XX. En los tiempos cuando su padre, que se llamaba Fausto también, estaba bien de la memoria, entre los dos, le ganaban a la computadora. Faustino solo, no podía. Por eso todos los días en la mañana lo primero que le preguntaba era:
      —Padre, ¿ya leíste la última de Catalunya?
      —Sí, claro, pero te digo una cosa, que se atrevan a tocar pueblo de Castilla y España los destroza. Hijos de perra desagradecidos, que si no fuera por los castellanos los franceses se los habrían pedorreado como pedorrean a todos los europeos.
      —Deja a tu padre en paz, Faustino, que no amaneció bien —le decía siempre su madre.
     La demencia del viejo Fausto era histórica. Le fascinaba leer sobre la era renacentista y se quedaba rezagado en el último libro y a veces hasta en un capítulo en especial. En ocasiones recobraba la memoria y sus facultades, por días, funcionaba como si nada hubiera sucedido. En esos lapsos de cordura que se iban acortando su hijo Faustino lo aprovechaba para jugar ajedrez.

Sucedía que era el fin de la Era del Pez…

                                                                                      (León leiva Gallardo)

viernes, 24 de mayo de 2013

Roberto Carlos Agís Balboa: científico español indagando el universo de la neurociencia



El universo de las neuronas no es tema nuevo para los españoles. Desde el gran "descubrimiento" de Santiago Ramón y Cajal,  quien primero estudió el funcionamiento las neuronas (y ahora considerado el padre de la neurociencia), los españoles siguen sus pasos. A continuación reproducimos una entrevista publicada en el Diario de Pontevedra (España) al científico Roberto Carlos Agís Balboa.



lunes, 20 de mayo de 2013

Jinete sin nombre

a Febronio Zatarain

               ¡SE BUSCA!

Se busca a jinete "sin nombre" por todo el norte de México. 

Se dice que es un hombre desalmado, harto, un prófugo peligroso, pero, más que todo, desdichado. Además de haber cometido conocidas y desconocidas faltas a la moral, en los últimos meses comenzó a sufrir de tristitia, padecimiento que solamente aflige a los descalzos penitentes o a mendigantes de claustros de antaño. El último achaque lo llevó a la desesperación y se dice que se metió en un rancho en Sinaloa de donde se robó un hermoso caballo negro azabache. Otras personas cuentan que no se lo robó sino más bien lo recobró porque ese era su caballo. En todo caso, los vecinos de las aldeas aledañas juran haberlo visto correr el potro por los montes; algunos piensan que se dirigía y otros juran que se alejaba de Concordia, el pueblo de donde según dicen es oriundo. 

Tiempo después un viejo constató haberle permitido aguar el caballo en propiedad suya que era, cerca del valle de Ayutla, donde el mismo testigo ocular tuvo la oportunidad de conversar con el prófugo. Según don Eulalio Granados, el susodicho jinete parecía estar desquiciado y confundido, pero que a pesar de las limitaciones del habla llegó el momento en que le preguntó lo siguiente:
        —¿Por dónde tengo que aventarme para llegar a Talpa?
         El viejo, don Eulalio, que conocía todas esas partes le había dicho que ese pueblo ya no existía.
—¿Para qué quiere ir a ese pueblo? —le preguntó el viejo Eulalio.
—Tal vez en Talpa me alivio… —contestó el jinete, y luego calló un momento para después solo repetir varias veces—: 
        Tal vez me alivio en Talpa…

       Al acercarse a la alberca donde el caballo se aguaba, al viejo Eulalio le temblaron las rodillas porque el potro chorreaba sangre por el hocico. Seguramente este desgraciado le ha dado una madriza,  pensó don Eulalio, para que el pobre jaco siguiera correteando. Pero no se atrevió a indagar más, solamente le preguntó lo que le pasaba al caballo. 

      El viejo contó que el fugitivo se había puesto a llorar y que seguramente el caballo en verdad era de él porque respondía al nombre de Zata, y que el dicho hombre le repetía y repetía no saber por qué el Zata sangraba por el hocico, que pobrecito el Zata…
       —Ya no lo corra —le dijo don Eulalio, se va a desangrar el pobre.
     Y eso fue lo único que hablaron. El hombre se fue en cuanto el Zata dejó de tragar. Primero no lo montó, le iba hablando y sobando por el camino, pero bajo el sol del valle no se aguanta andar mucho a pie. Desde lejos don Eulalio lo vio montar al Zata de nuevo. El fugitivo dio un pujido de pecho y el Zata que sale volado como un corcel del diantre.

     
     La última vez que se supo del jinete sin nombre y el Zata fue porque un fotógrafo vio la figura completa, se cree que era más bien una silueta —jinete, caballo y pájaros— frente a un lago. El fugitivo estaba sentado, quizá descansando después de larga travesía, afilando algo que en la oscuridad bien podría ser una daga o un lapicero, quién sabe, ambos palillos son peligrosos en todo caso. Luego se confirmó que su caballo negro azabache sufría el mismo maleficio de siempre, le chorreaba sangre por el hocico, asimismo como le chorreaban las lágrimas al pobre desdichado que ya había dejado de andar en fuga por los montes de Sinaloa y los valles de  Jalisco, para que el Zata al fin descansara. 

Dicen que ese caballo era una sombra veloz en la noche. Demasiado animal para tan poco trashumante.

                                                                                 (León Leiva Gallardo)

lunes, 13 de mayo de 2013

Literatura y economía de la subsistencia

Una ocurrencia en este día de pesadumbres. Sabido es que la mayoría de escritores hondureños practica lo que se me antoja llamar una literatura de subsistencia, es decir la que se realiza, se publica y se consume en el país. Sabemos que es harto difícil sobrevivir con estos medios y, sin embargo, se sigue escribiendo, publicando y leyendo. Como analogía, los economistas (los progresistas) siempre nos recuerdan que Honduras tiene suficientes recursos naturales y humanos para alimentar bien la población e incluso para comerciar los excedentes. Con nuestros recursos, que no son pocos, podríamos alimentarnos, construir nuestras viviendas, educarnos, entretenernos y gozar de una vida digna. Pero para lograrlo tendríamos que hacer el gran sacrificio de no pretender los hábitos de consumo de los países desarrollados; reitero, para lograrlo tendríamos que dejar de consumir sueños ajenos, es decir, no pretender ser capitalistas, porque nunca lo seremos.

Este día quiero procurar el sueño de una literatura de subsistencia y la utopía de una economía de subsistencia. Sé que la primera ya es una realidad, y dura porque apenas es sostenible con los grados de subdesarrollo educativo que nos imponen los mismos maquinadores que nunca van a permitirnos construir  la economía de subsistencia. Me explico: si los escritores y los economistas de la subsistencia nos uniéramos para construir un “charter city”, como lo pretendieron hacer los especuladores capitalistas, nuestra propuesta no terminaría en un foro de diputados sino que en los pabellones de las penitenciarias o en las fosas comunes.

De manera que lo único que nos queda es la literatura de la subsistencia. Ahora comprendamos que solo contamos con los siguientes valores*: un cuarto del pueblo es analfabeta (obviamente no lee), otro cuarto compuesto por alfabetizados funcionales (apenas leen cuestiones de orden práctico), otro cuarto es de personas con educación y cultura muy limitada (leen libros de superación y panfletos religiosos) y el último cuarto dividido entre lectores de literatura propiamente y los que leen otro tipo de libros (historia, ensayos, ciencias naturales o sociales, artes y libros especializados). 

En otras palabras, ¿será que ni siquiera la literatura de subsistencia puede ser una realidad en nuestro país? Por favor corríjanme si me equivoco.

                                                                    León Leiva Gallardo


(* Estas son valoraciones del autor. Según la UNESCO (http://stats.uis.unesco.org) en Honduras cerca de un 15% de la población mayor de 15 años es analfabeta. Ver: http://hdrstats.undp.org/en/indicators/101406.html)

viernes, 3 de mayo de 2013

Juan Montalvo: Una mirada al estado de cosas en América (1866)

A veces las noticias amarillistas y los verdaderos y abruptos asaltos de violencia que nos rodean por toda América, nos hacen pensar que vivimos en los peores tiempos. Sin embargo, la historia nos puede comprobar lo contrario. En este artículo de Juan Montalvo (Ecuador, 1832-1889), el ardido autor de las Catilinarias, se dan ejemplos de los conflictos bélicos que a mediados y finales del siglo XIX sangraban todas las regiones de nuestra América.

Este breve ensayo también es una pequeña muestra de otro de los  escritores imprescindibles de nuestro gran país.

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Ojeada sobre América
                                 

Los filósofos han sacado no pocas consecuencias funestas para la especie humana, haciendo un principio de un hecho que bien podía tener lugar fuera de las reglas de la razón, y estableciendo como axiomas palabras sofísticas o atroces juicios de hombres poco adictos al alto Señor Dios, que nunca hubiera creado un mundo en el cual su criatura viviese como en infierno, nadando en sangre, ardiendo en llamas, vociferando contra la divina Providencia. Así, al ver el constante y vasto degüello que tiene lugar de polo a polo, han concluido que la guerra era de derecho natural, y que nuestra vida no estaba en cobro sino con la muerte de nuestros semejantes. Desde Caín hasta nuestros días todo es matarse unos a otros: nacen las humanas sociedades, y matándose principian; el hogar doméstico se riega con sangre, la primera familia sufre el peso de esa dura ley. Hay dos hermanos y el uno mata al otro; Caín, ¿qué has hecho de tu hermano? ¿Soy por ventura su custodio? contesta al Señor el réprobo, dando a entender con su insolencia cuán poco le había derribado una acción que él pensaba acaso tenerla por derecho propio. Conque la familia está manchada en sangre. Fórmase la tribu, y esa tribu procura dar con otra con quién entrar en guerra: los hijos de Jacob no dieron al mundo pobladores pacíficos: el maldito y el bendito de su padre son contrarios, se aborrecen de muerte y se hacen cruda guerra. Los israelitas y los amalecitas no pueden respirar el mismo aire; el universo les viene angosto si los unos no exterminan a los otros y quedan dueños de la vasta creación.

¿Cómo es en efecto que el salvaje ignorante e insensible está de suyo al cabo de las cosas que constituyen la guerra? Todo se le ignora, y sabe que puede matar a los demás; carece hasta de los instrumentos necesarios para la vida, y armas no le faltan, y las sabe forjar, y las emplea con arte y sabiduría. El rústico esquimal persigue al hurón, el hurón al iroqués, el iroqués al natche, y el selvoso Nuevo Mundo se llena con el ruido de las armas y los ayes de los moribundos en sus inmensas soledades.

Se forman las naciones, y las naciones se acometen desde sus principios, y las naciones se agarran cuerpo a cuerpo, y las naciones se destruyen. ¿No va el pueblo de Dios en triste cautiverio a Babilonia? Cambises se engolfa con millones de soldados en el desierto, y va sin rumbo, y va sin agua, y va sin guía en busca de pueblos que exterminar. Semíramis alza todos sus reinos, y va sin rumbo, y va sin agua, y va sin guía en busca de pueblos que exterminar. Ciro alza medio mundo y va sin rumbo, y va sin agua, y va sin guía en busca de pueblos que exterminar; y todos estos exterminadores son exterminados, y los conquistadores son conquistados, y los bebedores de sangre beben sangre. Satia te sanguine, quem Sitiste. Y a todo esto la tierra queda despoblada, cumpliendo los hombres con la ley natural de matarse unos a otros.

Cartago no puede sufrir a Roma ni Roma a Cartago; los moros acaban con los españoles, los españoles con los moros; los turcos detestan a los francos, los francos abominan a los turcos, y una guerra eterna está librada entre las razas y religiones diferentes. ¿Qué digo? Los pueblos más civilizados, aquéllos cuya inteligencia se ha encumbrado hasta el mismo cielo y cuyas prácticas caminan a un paso con la moral, no renuncian a la guerra: sus pechos están ardiendo siempre, su corazón celoso salta con ímpetus de exterminación. Europa no es estéril, como se diría exageradamente, por motivo de la sangre y los huesos humanos que la fecundizan y devuelven su vigor perdido: todo es campo de batalla, todo pirámides de cráneos, todo inscripciones a las víctimas de los reyes y de las revoluciones. Morat y Waterloo, Rocroy y Marengo, las Navas de Tolosa y la Rochela se encuentran por donde el viajero lleve sus pasos. ¿cuántos millares de hombres no han muerto en la Crimea? ¿Cuántos millares de hombres no han muerto en Solferino? ¿Y cuántos tienen que morir, oh Dios, en los campos que el demonio tiene previstos para sus festines? Y aquí, en este Nuevo Continente, en este virgen mundo están pasando los acontecimientos más terribles que nunca vio la tierra.

Veis a una gran nación dividirse en dos falanges formidables: hermanos eran ayer, hoy enemigos; se arman de la cabeza a los pies, blandean la espada y se amenazan. Notad esa mirada horrible... ¡Qué odio, qué rencor, qué furia no indican esos ojos sanguíneos, esa arqueada ceja, ese aspecto cuyos rasgos todos intimidan a los enemigos de la paz! Llegó el instante . . . los ríos corren bramando con redoblado caudal, a causa de la sangre que cae en ellos a torrentes: la metralla destruye las ciudades, la muerte en todas formas se ceba en los americanos. Media nación ha perecido, y nadie triunfa, porque de los restos sojuzgados salen asesinos y siguen matando: ¿a quién? ¡Al libertador de los esclavos, al amigo de las leyes, al padre de los pueblos! Dad un paso y en Méjico halláis a la muerte de mantel largo, borracha, dando gritos y danzando frenética de un extremo al otro de la infortunada República. El mejicano muere por defender su patria, el francés por dar nuevos esclavos a la suya; el dominicano muere por defender su patria, el español por dar nuevos esclavos a la suya; pero todos mueren y cumplen con la ley natural de matarse unos a otros.

El Plata corre también ensangrentado arrastrando hacia el mar cadáveres sin cuento. Si las naciones no aciertan a matar con propias fuerzas, se ligan, aúnan las armas y, fuertes contra el débil, aniquilan al menor número, cosa para ellas de gran júbilo, materia de Te Deum, iluminaciones y fuegos de Bengala. El Brasil, Uruguay y Buenos Aires, agavillados contra el heroico Paraguay, sostienen con la punta de la lanza no sé qué derechos, piden no sé qué seguridades, llevan adelante no sé qué pretensiones que ellos mismos no aciertan a entender, no sabiendo de fijo sino que tanto más labrarán su fortuna cuanto más acosen al vecino, disminuyan su resistencia, lastimen al género humano. Buen derecho, punto de honra, cualquier cosa podrá mediar allí; pero al hombre de bien, al hombre civilizado, al cristiano le basta saber que el Brasil es comerciante de carne humana, que compra y vende esclavos, para inclinarse a su adversario y poner de su parte la razón. Dios nos guarde de esos pueblos feroces que mandan buques a Guinea o a las Costas de Oro, y allí con agujas, chapadores de cristal y abalorios se vuelven dueños de sus semejantes, amos de sus iguales, tiranos de los desgraciados. Estos pueblos jamás tienen razón, porque ella es una misma cosa con Dios, y Dios reprueba ese mercadear infame, esa ganancia impía sacada de la libertad ajena. Como quiera que sea, el Paraná y el Plata arrastran sangre en lugar de agua, y mugientes e impetuosos van a teñir los mares.

Atravesad las Pampas, en donde ni por deshabitada y oscura está la tierra libre de la muerte, porque el silvestre gaucho vuela en su yegua veloz tras el viajero y allí luego le mata; y dais en Chile, abrasada a la hora de hoy en guerra que amenaza ser larga y espantosa. Los enemigos la han mojado ya con su sangre, el orgulloso español ve ya su estandarte flameando en uno de los templos de la nación acometida. He aquí el caso en que la guerra es justa, necesaria. Una potencia amiga se presenta de repente, y encumbrando el pendón de la injusticia, pide dinero, reparaciones, deshonra al que ella tiene por indefenso; pues todo se le niega, que cuando sobra valor, superabundan los medios de resistencia. La lucha es desigual con una nación antigua, avezada a la conquista, poderosa de suyo, ufana con recientes triunfos: empero si una república joven y de estrechos lindes no llevaría lo mejor en la contienda, atentos sus recursos físicos, su fuerza moral es inmensa. De mala gana defendería un caminante una moneda de oro contra un bandido; mas una doncella brega hasta morir por la conservación de su honra, y en la misma debilidad encuentra el violador fuerzas invencibles. Se atraviesa la honra en esta guerra, la libertad corre peligro; pues Chile será fuerte, audaz, terrible y ayudada por la justicia, dará al través con estos viejos godos tan enemigos del reposo. La iniquidad está de su parte. Chile sostiene su derecho; Chile está en guerra, guerra justa para ella, honrosa guerra, permitida, disculpada, aconsejada por la ley de las naciones. Justum est bellum, quibus necessarium et pia armae quibus nulla nisi in armis relinquitur spes.

Se halla el Perú en el mismo trance, el mismo enemigo le acomete. ¿En donde está la paz? ¿Qué rincón ignorado habita ese ente divino? La paz es una lengua de fuego que baja momentáneamente, como el Espíritu Santo, sobre algún mortal afortunado, y torna al cielo, habiendo sido apenas conocida de los hombres. La paz es el demonio de Sócrates, la ninfa Egeria de Numa, el genio de Pen. Oh paz, cordero de Dios, paloma celestial. Paz, ¿en dónde estás ahora? No en el Asia, porque el japonés degüella al franco; no en el Africa, porque el franco degüella al cabila; no en Europa, porque el cosaco degüella al polonés; no en América, porque los americanos se degüellan entre los americanos. La paz es el ave Fénix; nace cada quinientos años, vuela por regiones desconocidas, y cuando muere no deja sino un descendiente: la mirra, el orobias, arden en la pira de esta ave del Paraíso; pero esos humos sabrosos y vivificantes no llegan a nosotros. ¿Por dónde vuela ahora el ave Fénix? ¿Cruza los verdes prados de la Arabia feliz? ¿Para en un oasis del gran desierto de Sahara? ¿Gorgoritea posada tranquilamente en un aroma de los jardines de Bóboli? Si está en alguna de estas partes del mundo, en América no está, nunca ha estado en la desventurada América. Guerra en los Estados Unidos, guerra en Méjico, guerra en la República Argentina, guerra en Chile, guerra en el Perú, en Bolivia, en Venezuela, en Colombia, ¡guerra, guerra!

Guerra en Venezuela, ¡sí!, guerra en Venezuela: guerra sin fin, exterminadora, abominable; treinta mil víctimas ha hecho la revolución; treinta mil ciudadanos menos en las familias; madres, esposas, hijas sin cuento lloran a treinta mil hijos, maridos o padres. Número descomunal para un estadillo miserable en lo perteneciente a la población, aunque grande, egregio en lo que mira al valor, la inteligencia y más prendas morales. ¡Qué desgracia! Venezuela despuntada con la exuberancia de las más ricas y fructuosas plantas, quería ser la primera de las repúblicas de la América latina, si por lo relativo al pensamiento, si por lo tocante a la industria y los progresos materiales: ¿cómo había de ser? La patria de Bolívar abriga en su seno la simiente de los grandes hombres: donde nacen Sucres, Guales y Bellos, por fuerza y razón hay un principio de grandeza que tarde o temprano se desenvolverá grandioso y producirá efectos superiores; la guerra lo embaraza, la guerra lo pervierte, los venezolanos descendientes de los héroes de la independencia, y por el mismo caso llamados al más eminente puesto, se ocupan en matarse entre ellos, en destruirse, en ser inferiores a los que valen menos. Todo es guerra, todo sangre en Venezuela.

¿Pues Colombia? ¡Pobre Colombia! ¡Cómo se han acostumbrado a matar los colombianos! Entre las víctimas de las batallas y las del cadalso dicen que han perecido el largo de 25.000 hombres en estos últimos años. A este paso, ¿qué será de la desdichada América del Sur? Lo que piden sus desiertos para ser campos y tierras pertenecientes a la civilización es pobladores; pues la revolución los despuebla más y más, y con la despoblación y el apego a la matanza viene la barbarie. Y se ha dicho en verdad, la sangre de los colombianos es de muy buena consistencia; les hierve en las venas noblemente, y son capaces de arrojarse a las mayores cosas. Tengo por acertado el dicho vulgar de que en ellos hay algo de franceses, vivos, inquietos, ardientes, acometedores de peligros y rebosando en pundonor. Tal es el carácter de la nación en general; y si el carácter general es bueno, como observa un filósofo, ¿qué importan las excepciones? Poco hace al caso que algunos colombianos me hayan insultado recientemente: no soy hombre de partido, no discurro como parcial; el escritor debe girar en órbita muy dilatada, sin parar la atención en tropiezos incapaces de detenerle en su carrera; no debe expresarse como rojo ni conservador, como secuaz de Mosquera ni Arboleda, como urbinista ni floreano; ésta es mezquina condición que no habla con los que profesan la verdad. El que habla mal de mí, no habla de mí: ni he sabido que Diógenes se haya irritado contra los que le llamaban tonto y querían hacer fisga de él. Diógenes, esa gente se burla de vos. Y yo, respondió el filósofo, no me tengo por burlado. Tan cierto es, como afirma Cicerón, que el hombre de bien no puede recibir injuria.

¡Lástima grande que tan buenas cualidades vengan a ser no tan útiles como pudieran, si los granadinos tirasen un poquillo la rienda al pensamiento y se dejasen estar quedos en donde la razón lo manda! Si algo les falta es buen juicio; son alborotados, anhelosos de lo imposible, progresistas a despecho del progreso la mayor parte de ellos; los otros, por convicción o por contradicción, apenas si se mueven. De aquí resulta un choque sempiterno entre los exaltados y los moderados, entre el espíritu de progreso violento y el espíritu de progreso paulatino, entre el sistema de Chateaubriand y el de los Girondinos. Yo pienso que el acierto está en la moderación, y tengo por axioma digno de Sócrates el vulgar proverbio que dice que despacio se va lejos. No merece aplauso aquel frenesí de progresar atropellando por la razón, la prudencia, la filosofía y todo; menos aún aquel espíritu de quietismo que aconseja no dar un paso, aquella tenacidad en aferrarse a lo establecido, bueno o malo, aquella alma de plomo que cae verticalmente y se asienta como de punto para más no levantarse. Si nos lanzamos ciegos tras lo que a nosotros mismos se nos ignora, corremos el peligro de dar pasos en vago, a modo del Cíclope de Virgilio que persigue a los griegos de Ulises, dando trancadas descomunales sin saber dónde pisaba. El paso más seguro es ése sostenido, firme y al mismo tiempo moderado con el cual no se pierde el aliento y se llega tarde o temprano a donde uno se propone. Arrancad vuestro caballo, y en media hora salváis dos o tres leguas; pero allí le faltan las fuerzas; espumoso y jadeante, temblando, cae y os deja en media jornada Ponedle en paso llano, tenedle a media rienda, y fresco y robusto llega a donde os dirigíais. Entre los granadinos unos quieren volar a toda rienda, otros moverse como tortugas, y se encuentran, y se chocan, y resultan heridos en la frente: de ahí la guerra, de ahí la sangre que no deja de correr en esas comarcas tan favorecidas por la naturaleza.

¿Cuál de las repúblicas sudamericanas puede lisonjearse de situación pacífica? Respuesta triste y verdadera, ninguna, ninguna. Revolución en Venezuela, revolución en Colombia, revolución en el Perú, revolución en Bolivia; en Bolivia, revolución tras revolución: Linares, Achá, Belzu, Melgarejo, Arguedas, se derriban unos a otros cada día, y en este campo de Agramante no hay un rey Sobrino que ponga en orden a tanto desordenado ambicioso que derrama la sangre de sus propios hermanos por designios que nada tienen que ver con la patria ni con la libertad. La libertad y la patria en la América Latina son la piel de carnero con que el lobo se disfraza; patria dicen los traidores, los enemigos de ella, los que la venden a Europa: éstos son americanos cuando va en ello su provecho; mañana volverán a ser franceses o españoles, enemigos de la turbulenta demagogia de América, reconocedores del imperio mejicano. ¡Oh escarnio!, ¡oh ruin juego de pasiones!, ¡oh inicuo entremeterse en la política para mal del género humano!

Es asimismo Centro-América teatro de sangrientas escenas: Carrera, el selvático y poderoso. Carrera, ese Maximino falsificado, desoló a Guatemala, el Salvador y otras repúblicas; tiranizó a todas, corrompió a muchas, y la guerra y el patíbulo fueron la orden del día durante la larga dominación de ese indio atroz. Carrera ha muerto, y el cadalso sigue de pie, y más y más se gallardea en las ciudades. ¿Pues no matan a Barrios a despecho de la palabra empeñada, a despecho de la misericordia y de la ley? Barrios representaba en Centro-América el liberalismo, el americanismo, el progreso; pues matan a Barrios, y los tiranos siguen reinando en las tinieblas, y la sangre corre, y el hombre vive para la desgracia.

¡El Ecuador ha vivido en paz! ¡Oh desdichada paz! ¡Oh paz vergonzosa y miserable! Esta ha sido la paz de la cárcel en donde los pobres indios tributarios gemían amontonados sufriendo el látigo de los capataces; la paz de los condenados a bóvedas, la paz de los obrajes: silencio profundo o llanto ahogado; abatimiento, miseria, terror, esclavitud. Los deportados al Napo están en paz; los cadáveres encerrados en los nichos de San Diego están en paz. En vez de esta paz quiero la guerra, la guerra con todos sus trabajos y desdichas: la guerra de los cartagineses, la guerra de los moros, la guerra de los judíos, cualquiera guerra, cualquiera muerte; porque al fin el que muere deja de ser esclavo, deja de temer, y empieza a descansar; descansa sí, descansa en el seno de Dios, y olvida las miserias y calamidades de este mundo.

¿Y qué llaman paz los sayones del tirano? Dos guerras con la Nueva Granada, centenares de víctimas; fuga, deshonra, vergüenza, ¿ésto llaman paz? Mil y mil conspiraciones sofocadas, ahogadas en sangre; infinitos hombres muertos en los calabozos y el patíbulo; ¿ésto llaman paz? ¡Esta es la paz de los demonios! Idos con vuestra paz a los infiernos.

Ved aquí, americanos, el cuadro fiel de América; extiendo la mirada del uno al otro extremo del continente, y no veo sino guerra en todas las naciones conocidas que se titulan civilizadas. ¿Quién sabe si en Patagonia y Polinesia los salvajes son más felices que nosotros? No es probable; en guerra deben de estar; en guerra constante, perpetua están los záparos con los jíbaros, los jíbaros con los canelos, los canelos con los murgas, y el hombre civilizado y el salvaje cumplen con la ley natural de matarse unos a otros.

No ha sido mi intento desfavorecer al continente americano con esta pintura sombría y nada halagadora; de América he hablado, porque de América quería hablar. No es más feliz Europa, y nada tiene que echarnos en cara en punto a calamidades y desventuras. Verdad es que en algunos de sus pueblos reina la paz a la hora de hoy; pero ¡qué paz! Media nación armada, apercibida a la pelea, mantiene en paz a la otra media nación; Estados que han menester setecientos mil soldados sobre las armas, ¿podrán lisonjearse de la paz? Que falte un punto ese forzado equilibrio; y la guerra se precipita afuera, rugiendo y sacudiendo un tizón ensangrentado. La paz de Europa no es la paz de Jesucristo, no; la paz de Europa es la paz de Francia e Inglaterra, la desconfianza, el temor recíproco, la amenaza; la una tiene ejércitos para sojuzgar el mundo, y sólo así se cree en paz; la otra se dilata por los mares, se apodera de todos los estrechos, domina las fortalezas más importantes de la tierra, y sólo así se cree en paz. Los zuavos, los húsares, los cazadores de Vincennes son la paz de Francia; los buques acorazados, Gibraltar, Malta son la paz de Inglaterra. ¡Paz mezquina e inútil aquélla que necesita las lanzas y cañones! Rusia ahogando a Polonia, ahorcándola, azotándola, mandándola a los steps de Siberia, es la paz de Europa. La Gran Puerta degollando, desterrando, aniquilando a mansalva a los montenegrinos, es la paz de Europa. Prusia defendiendo el derecho divino, oprimiendo a Dinamarca, despedazando a los ducados; con su rey Guillermo, ese triste Fernando VII, con su Bismark, ese horroroso duque de Alba, es la paz de Europa; Austria remachando más y más las cadenas de Venecia, sepultándola en los pozos, imponiéndole su lengua montaraz a viva fuerza, es la paz de Europa. ¡Oh paz de Europa hermana de la paz de América!

Tras esta paz está la guerra, viva, ardiente, vigente e infalible como ley natural, que no puede dejar de obrar en las humanas sociedades. Mas sea ello como fuere, nunca creeré en esa ley de la naturaleza. Las leyes de la naturaleza son todas justas, blandas, cumplideras; leyes de Dios al fin, y como tales, buenas y caritativas. El hombre las escatima, las pervierte, e investido de un derecho que no tiene, se dispara con sus armas a acometer al hombre. Pues ¿no ha pretendido que la esclavitud tenía origen en la caridad? Según el derecho antiguo el vencedor tenía sobre los vencidos el de matarlos, y aun en el tormento; el vencedor, que en vez de quitar la vida al prisionero le cargaba de cadenas y le hacía su esclavo, era hombre caritativo, El acreedor tenía asimismo sobre el deudor insolvente el poder de vida o muerte, podía matarlo, hacerle pedazos descoyuntándole según le inspirase su perverso instinto; si en vez de poner en ejecución esta facultad monstruosa le hacía esclavo dejándole con vida, era hombre caritativo. Luego la esclavitud nació de la misericordia, como lo sienta el autor de "El Espíritu de las leyes", para refutarlo en seguida victoriosamente.

Si se discurre de ese modo vendremos a parar en que los mayores abusos, las costumbres más atroces, los crímenes de lesa humanidad mismos nacieron de alguna de las acciones aconsejadas por Dios, de alguna de las virtudes teologales. Bien que haya un viso de bondad en no quitar la vida a quien podemos quitarla; pero, ¿quién nos invistió de este derecho? ¿Fue la equidad divina o la injusticia humana? ¿No es ley abominable, reprobada por el cielo, aquello que pone al vencido inocente a merced del vencedor inicuo? ¡Caritativo afecto debió de ser sin duda aquel que inspiró a los romanos la ley por la cual una deuda podía cobrarse en pedazos de carne del cuerpo humano, en miembros palpitantes, atenaceando, desperdigando, haciendo menudo picadillo del infeliz que a pesar de su honradez no podía satisfacerla!

Si la esclavitud tiene su origen en la misericordia, ¿por qué la guerra no había de ser de derecho natural? Los brutos se devoran unos a otros, y esto sin motivos de venganza ni temores para el porvenir, sino tan sólo por natural instinto, por necesidad física e inevitable; el tigre persigue al corzo, el lobo al cordero, el alcotán a la paloma; desde el león hasta la hormiga, desde el águila hasta la abeja todos tienen víctimas, todos se ceban en una especie inferior; la muerte es la vida, la guerra el trabajo que les proporciona la subsistencia. Subamos al hombre; ¿no le vemos a éste devorar al hombre en varias comarcas de la tierra? Pueblos hay en donde los ancianos sirven de plato en los festines de los hijos; otros en donde los extranjeros son muy sabrosos para el ávido diente del salvaje; otros en fin, en donde pelean entre vecinas tribus para agenciarse el alimento en los miembros de los vencidos. Luego tan natural es la guerra entre brutos como entre racionales.

No, no, oh Dios, esto no puede ser; un ente desposeído de razón está muy lejos de otro que la tiene; bien que el tigre devora al corzo, pero ¿vemos que jamás el tigre devora al tigre, ni el oso al oso, el buitre al buitre? Solo el hombre devora al hombre, y en esto viene a ser de peor condición que la bestia misma.

Este es un abuso de su libre albedrío y nada más: ¿cuántas cosas hay que hacemos y no debemos hacer? ¿Cuántas acciones prohibidas por el Legislador Supremo no las estamos poniendo por obra cada día? ¿Cuántas palabras indecorosas, indecentes, que no debía contener la lengua, no las soltamos insolentes a cada paso? El hombre comete adulterio, luego puede cometerlo por derecho; el hombre roba, luego puede robar; el hombre dice soberbio: ¡No hay Dios!, luego Dios no existe. Esto sería tomar el efecto por la causa, uno de los vicios de raciocinio que lleva a los mayores errores, señalado por la lógica como el arma del impío, que la suele forjar, no teniéndola de mejor temple para sus combates. El hombre mata, luego puede matar; puede matar, luego lo hace por derecho propio; lo hace por derecho propio, luego Dios lo permite, lo manda; Dios lo permite, lo manda, luego Dios es. . . ¡Oh Dios, contén el ímpetu del ateo! Rompe esa cadena de blasfemias, pon aquí tu mano y muéstranos la verdad. Matamos así como robamos; matamos así como mentimos; matamos así como envidiamos: todas estas son transgresiones de la ley natural; el estado de guerra es estado de crimen para el que no tiene de su parte la justicia y la defensa propia; y aquel discurso por el cual la guerra viene a ser ley de la naturaleza, y por el mismo caso a investir al Criador de pasiones horrorosas, no es sino el soritis de Caracalla: Quien nada me pide, no confía en mí; quien no confía en mí, se recela; quien se recela, cela, me teme, me aborrece; quien me aborrece, desea mi muerte; quien desea mi muerte, conspira; quien conspira, debe morir. Consecuencias hiladas de este modo no tienen ningún peso en la razón, y no queda en limpio sino el abuso bárbaro, constante que los hombres hacen de uno de sus más preciosos atributos. No debe mentir, y miente, y ha mentido desde el principio del mundo; no debe codiciar, y ha codiciado siempre. Por el mismo tenor, no debe matar, y mata, y ha matado, y ha de matar hasta la consumación de los siglos, porque como dice Platón, no esperéis reformar las costumbres de los hombres a menos que no plazca a la Divinidad enviarnos un Genio revestido de todos sus poderes.

Sin los argumentos de raciocinio hay otros, y de mayor importancia, por donde venimos a la persuasión de que la guerra no es de derecho natural. Si así fuera, el Redentor del mundo no habría predicado la paz, no habría aconsejado el sufrimiento y el perdón de los agravios; porque siendo ellos motivos de guerra, bien así entre personas como entre naciones, —"Sosteneos hubiera dicho, no evitéis la guerra, vengaos de vuestros enemigos"—. La guerra es de derecho humano y como tal, errado, perverso; es el yugo que los reyes ponen a los pueblos, la triste necesidad en que éstos entran a causa de las inicuas tiranías. Y por más que me probasen lo contrario, yo jamás daría ascenso a derecho tan monstruoso; porque según el dicho de Pascal, el corazón tiene razones que la razón no tiene. Esas razones del corazón me convencen de que no debo llevar adelante a viva fuerza mis pretensiones, vertiendo la sangre de mis semejantes; me convencen de que es bárbaro y cruel sentenciar con la espada en favor del fuerte; me convencen de que es cosa indigna del hombre entrar a una ciudad por fuerza de armas, degollar a ciegas, ancianos y niños, hombres y mujeres, culpables e inocentes; me convencen de que es injusto y atroz prevalerse del número y el arte para imponer deshonrosas condiciones a pueblos indefensos, obligarles a duros actos, y donde no, vomitar sobre ellos torrentes de metralla. Esto no lo permite la ley natural, éstas son sugestiones del demonio. Tuvo quien le defienda Jesucristo, partidarios tuvo sin cuento, ejércitos hubiera tenido, y no hemos visto que se haya valido de la fuerza. ¿Peleó con los Judíos? ¿Peleó con los Romanos? Al contrario, improbó la única acción sanguinaria que se cometió por él, volviendo a su lugar la oreja derribada por la espada de uno de sus discípulos. Esto no es instituir la guerra, esto es reprobarla; y ¿ha reprobado Jesucristo ninguna de las leyes naturales?

                                                                                      
(El Cosmopolita, Quito, 1866)

(Este artículo fue tomado de: http://www.ensayistas.org/antologia/XIXA/montalvo/index.htm)

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