De los 15 a los 25 años la literatura para mí tenía un valor imaginario y mítico;
de los 25 a los 35 tenía un valor formativo, ya que estudié Letras e impartí
clases; y de los 35 a los 45, cuando comencé a escribir (como ven, nada joven),
me traicionó el entusiasmo, y la lectura pasó a un segundo lugar. Ahora sólo
espero que en esta década, entre los 45 y los 55 (estoy a medio lustro), la
lectura recupere el valor mítico para que la escritura también se nutra de ello.
Mas siento que cada vez son menos los “grandes escritores” que me transporten a
lugares y tiempos extraordinarios. Sin duda el entusiasmo, como ciega vía al
saber, no es uva “dulce ed utile” como definió Horacio a la propia literatura
en su Ars Poetica. Pero hay algo feliz en toda esta malversación, que
seguramente no soy el único que la padezco: hay que volver a leer los clásicos. (LLG)
He aquí un
aforismo de Baltasar Gracián
Conocer las cosas
en su punto, en su sazón, y saberlas lograr. Las obras de la naturaleza todas
llegan al complemento de su perfección; hasta allí fueron ganando, desde allí
perdiendo. Las del Arte, raras son las que llegan al no poderse mejorar. Es
eminencia de un buen gusto gozar de cada cosa en su complemento: no todos
pueden, ni los que pueden saben. Hasta en los frutos del entendimiento ai esse
punto de madurez; importa conocerla para la estimación y el exercicio.
del Oráculo manual y arte
de prudencia
León Leiva Gallardo
2 de octubre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario