domingo, 26 de octubre de 2014

San Antonio Heatstroke



Lines for those who agree that summer in San Antonio, Texas, is the most inclement of all seasons/Unas líneas para aquellos que saben que el verano en San Antonio, Texas, es la estación más inclemente.

                                                                                       Fotografía: "Texas Oak" de Dan Williamson


San Antonio Heatstroke
              Summer's almost gone,
                      almost gone,

                      yeah, it's almost gone...
                             
The Doors



Waiting for the rain

in San Antonio

searching for a cloud



faring through the streets

in San Antonio

hiding from the sun



looking at the trees

in San Antonio

summer's never gone



staring at the leaves

in San Antonio

resting in the shade



treading sun-dried days

in San Antonio

tracking my own steps



going back in time

in San Antonio

lost on my way home



talking to myself

in San Antonio

waiting for the fall

           León Leiva Gallardo







viernes, 24 de octubre de 2014

Borges y Nadie

Estos versos parecen decir lo que todo poeta, sabiéndolo o no, tiene como fin. Por otra parte, curiosa alusión a Nadie (el nombre adoptado por Ulises para engañar al cíclope Polifemo, en la Odisea) de parte de Borges quien finalmente quedó ciego. 

Formidable manera de rechazar el heroísmo. y acepatar la nadería existencial: Yo, Borges, el Otro, Nadie.

 






"Pido a mis dioses o a la suma del tiempo
  que mis días merezcan el olvido,
  que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,
  pero que algún verso perdure
  en la noche propicia a la memoria
  o en las mañanas de los hombres."
    

                                Jorge Luis Borges
           (fragmento de "A un poeta sajón")




                                                                                                                                                       [Entrada de León Leiva Gallardo]

domingo, 2 de marzo de 2014

El ojo clínico de Kubrick


                                                                                                                                       











































Esta genial caricatura del hondureño Allan McDonald me hace recordar cómo las artes están en constante correspondencia. Vale decir que la sensacional “naranja” en la que suele encasillarse a Kubrick (y con mucha razón) es solamente un ejemplar creativo de un director —de ojo clínico— que logró ubicarse y luego consagrarse por el valor connotativo de la fotografía. La primera impresión de La naranja mecánica puede ser alucinante, y a medida que avanzamos nos preguntamos ¿a qué hora termina este “trip”?, pero nunca cesa, ni siquiera cuando llegamos al fin de la película. El mecanismo continúa haciendo conciencia en nosotros como si estuviéramos a la fuerza sometidos a las imágenes. Este es el efecto visual que, como el sonido en la música, suscita en nosotros la sublimación.

            Curiosamente, una de las escenas que más impacta en La naranja mecánica es sin duda el tratamiento clínico ocular de Alex DeLarge (la asociación con el Perro andaluz de Buñuel es inmediata), pero obviamente Kubrick no pretendía un efecto surrealista sino todo lo contrario, el realismo hasta el extremo (las córneas de McDowell sufrieron más que el mimetismo en esta escena) y como sabemos, como algo vivencial, a nosotros los espectadores el realismo límite nos puede sacar del quicio de la normalidad. La córnea, la lente, el lente de Kubrick en La naranja mecánica es también clínico y reduccionista: una visión hiperreal de la degradación humana resultado del condicionamiento social.

             Alex DeLarge (Andy McDowell)
La naranja mecánica se ha vuelto un fenómeno de culto internacional. De manera que hallamos otro tipo de conductismo en el arte mismo, especialmente con respecto a este film, tan controversial en su tiempo cuando fue censurado por presuntamente conducir a los jóvenes a la violencia. La verdad por supuesto es que los veedores del Estado se sintieron incómodos con la flagrante crítica social de Kubrick, quien desde sus primeros años mostró desafecto para con todo tipo de autoridad estatal.

Mas la censura que inicialmente recibió La Naranja mecánica no fue nada en comparación con la persecución y represión de los escritores de Espartaco (1960), el film que habría de hacer muy famoso a Kubrick. Tanto Howard Fast, el autor de la novela y Dalton Trumbo, el guionista de la película, estaban en la “lista negra de Hollywood”, hecho que había sido acto decisivo del Comité de Actividades Antiestadounidenses (The House Un-American Activities Committee) contra aquellos escritores y artistas que fueran simpatizantes comunistas o socialistas y cuyo resultado fue una verdadera cacería de brujas en la que perecieron cerca de trecientas personas del gremio. Kirk Douglas se solidarizó con los perseguidos en general y cruzó límites al emplearlos. Una vez iniciado el rodaje, estaba muy en acuerdo con Howard y Trumbo, pero por razones otras en gran desacuerdo con Anthony Mann, el director asignado por el estudio. Fue así que pensó en el joven Kubrick con quien ya había trabajado.

       Dalton Trumbo
Sucede que en 1957, Stanley Kubrick, llevado por su carácter rebelde, había procurado la dirección de Senderos de Gloria (un film anti guerras), con Kirk Douglas como protagonista. Con esta película se ganó la admiración de los críticos y del mismo Douglas, el actor más importante de Hollywood en esos tiempos. Pese a su temprana edad, Kubrick ahora figuraba entre los directores de la “Academia".

Continuaba la correspondencia entre las artes y también la vida. Kirk Douglas, productor de Espartaco, protagoniza el papel del esclavo tracio revolucionario y escoge a Kubrick luego de despedir a Anthony Mann. Quería un director con más iniciativa. Y al joven Kubrick le sobraba, pero un tipo de iniciativa crítica que ahora sólo puede compararse a la de Oliver Stone.

En alguna ocasión Kirk Douglas, que es de origen judío, afirmó que siempre había creído que la lista de los 10 de Hollywood había sido en parte por cuestiones antisemíticas (seis de los 10 eran judíos). Por eso fue que tomó la empresa de sacar a Dalton Trumbo de la ignominia e inscribió su verdadero nombre en los créditos de la película. Trumbo había estado escribiendo bajo pseudónimos por mucho tiempo y el acto solidario de Kirk Douglas no sólo le ayudó a él sino también a dar fin a las listas negras. Fue así que en la producción de una de las películas más caras de Hollywood se reúnen tres genios que tenían posturas críticas contra la sociedad americana entonces reprimida por el Macartismo. Un dudoso percance llevó a Kubrick a dirigir un film con un tema revolucionario, el encarcelamiento y la censura llevó a Trumbo a escribir el guión y el antisemitismo conmovió a Kirk Douglas a culminar tan grande empresa. Bajo los efectos grandiosos, los desmesurados sets, los miles de extras (8,000  activos reclutas españoles, haciendo el papel de soldados romanos), un elenco de primera en la que figuran los más caros y finos, entre ellos Sir Lawrence Olivier, Kirk Douglas logra infiltrar Hollywood con un película cuyo héroe era emblema de Marx y Lenin. Con todo esto, Kubrick siempre afirmó que si le hubiesen dado control completo, habría realizado una obra más incisiva y menos idealista. Nunca jamás, luego de Espartaco, Kubrick dirigió otra película sin tener control completo de la producción, desde la cámara hasta el guión.

               Stanley Kubric
No obstante lo anterior, es con Espartaco que comenzamos a ver el fenómeno visual de Kubrick y es en las tomas panorámicas de poca acción en las que podemos apreciar la luz, los colores y la visión poética. Fue su primer film a color y el final de su periodo formativo. Será con Dr. Strangelove (1964) que veremos los indicios del sarcasmo, del cinismo, que culmina con La naranja mecánica.


Mucho da que decir el ver la caricatura de Kubrick sentado sobre una naranja, consagrado en el fruto de su gran obra. También pienso en la censura y represión que han sufrido tantos artistas y especialmente, por afinidad nacional, pienso en Allan McDonald quien durante el golpe de Estado de 2009 en Honduras y por meses a seguir sufrió la intolerancia, pienso en su lápiz y utensilios de caricaturista, su cámara y su lente, y también pienso en las correspondencias que se desatan entre los creadores de arte.

                                                  León Leiva Gallardo

martes, 21 de enero de 2014

Piratas y Autodefensas

Acabo de ver Stolen Seas (dirigida por Thymaya Payne, 2012), un documental que explora el surgimiento de los “piratas” de Somalia y la impotencia de las grandes potencias por no poder, o no querer, darle fin al fenómeno de una vez por todas. De inmediato pensé en el narcotráfico en México y Centroamérica. Al explorar la aparente complejidad de las relaciones de poder entre estos grupos delictivos y los grandes capitalistas se llega a una conclusión muy simple: el sistema capitalista le saca provecho y les ayuda a que sus crímenes de collar blanco pasen desapercibidos, además porque son uña y carne. 


El crimen organizado no rinde tributo al Estado y su modus operandi es similar al de las corporaciones que hacen hasta lo imposible por evadir impuestos. Ambos acuden al terrorismo para ver por sus intereses, el crimen organizado con sus sicarios sanguinarios y las grandes potencias con los bombardeos desalmados. 

Ergo: la gran preocupación con los grupos de autodefensa en Michoacán se debe a que han venido a interrumpir las ya de facto establecidas relaciones de poder entre el crimen organizado y los políticos y empresarios corruptos. (Favor disculpen si reitero algo que para muchos es obvio, pero de vez en cuando hay que recordárselo a uno mismo y a uno que otro ciudadano despistado.)

                                                                           León Leiva Gallardo

lunes, 20 de enero de 2014

Humanidades: Ícaro, Brueghel, W.H. Auden y William Carlos Williams


















                           "Paisaje con caída de Ícaro" de Brueghel                                                                                                                                                                                                         
Fue en el otoño del 2001 cuando viajé a Bélgica con mi querido amigo bogotano, el doctor Humberto Uribe, que al fin aprecié en vivo la famosa pintura de Brueghel.  Entre paseos a varias partes (a Waterloo donde cayó Napoleón y a Brujas, la formidable “Venecia del Norte”, donde bogamos bastante “mareados” por los canales que son como sus avenidas) pasamos más tiempo en Bruselas y, como siempre, visitamos los museos.

Sorpresa mía fue hallar en el Museo de Bellas Artes, uno de los Museos Reales de Bélgica, una de las pinturas más conocidas y aludidas de Brueghel, tema de poemas también famosos de W.H. Auden y William Carlos Williams. Se trata de “Paisaje con la caída de Ícaro”, atribuida a Pieter Brueghel el Viejo y la que ahora se cree que no es de su ejecución. En todo caso, una obra renacentista que hace en sí alusión al mito clásico de Ícaro.


                   W.H. Auden


Siempre durante mis años de estudiante de Letras había visto la reproducción en libros de arte y después en el Internet, pero como saben no es lo mismo como verla vibrante en el lienzo vivo en el salón de un museo. En dos ocasiones tuve el deber de escribir un breve análisis con el tema de Ícaro y del poema de Auden. Primero, como en 1981, cuando estudiaba para un Associate’s Degree en Wright College, en un examen para la clase de Humanidades donde nos pedían que explicáramos la pintura de Brueghel. Y la segunda vez en un examen de literatura norteamericana, ya cuando estaba por terminar mi segunda licenciatura en la Universidad de Northeastern, en el verano de 1987, en el que nos pedían escribir un ensayo y comparar el poema “Musee des Beaux Arts” de Auden con la pintura de Brueghel y con el mito de Ícaro y Dédalo. Mucho más difícil escribir el ensayo por supuesto, pero gracias a la humilde clase de Humanidades en Wright College, ya había adquirido los conocimientos, aunque básicos, par un análisis literario. Puedo agregar que fue en esa clase de Humanidades donde yo me hice de la idea de seguir el camino de las artes, antes sólo había sido una inquietud. Sin embargo, una vez en la universidad, no comencé a estudiar Letras sino que Psicología y finalmente me recibí con doble licenciatura.

Quisiera recobrar el entusiasmo que tenía a los 20 años y a veces lo recupero, pues ayer mientras navegaba en el interéter me encontré de nuevo con la pintura de Brueghel, pero esta vez junto con el poema de William Carlos Williams que lleva el mismo título “Paisaje con la caída de Ícaro”. Por nostalgia a mi clase de Humanidades me dediqué a comparar a Williams y a Auden, y terminé traduciendo los poemas porque no me convencieron mucho las traducciones que hallé por ahí. A continuación reproduzco los originales seguidos por las traducciones al español.


Musee des Beaux Arts
W. H. Auden

About suffering they were never wrong,
The old Masters: how well they understood
Its human position: how it takes place
While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;
How, when the aged are reverently, passionately waiting
For the miraculous birth, there always must be
Children who did not specially want it to happen, skating
On a pond at the edge of the wood:
They never forgot
That even the dreadful martyrdom must run its course
Anyhow in a corner, some untidy spot
Where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse
Scratches its innocent behind on a tree.

In Breughel's Icarus, for instance: how everything turns away
Quite leisurely from the disaster; the ploughman may
Have heard the splash, the forsaken cry,
But for him it was not an important failure; the sun shone
As it had to on the white legs disappearing into the green
Water, and the expensive delicate ship that must have seen
Something amazing, a boy falling out of the sky,
Had somewhere to get to and sailed calmly on.


Musee des Beaux Arts
            W.H. Auden

Con respecto al sufrimiento nunca se equivocaron
los Antiguos Maestros: qué bien comprendieron
su lugar en la vida humana: de cómo sucede
mientras alguien come o abre una ventana o camina distraído;
De cómo cuando los ancianos aguardan animados con devoción
un milagroso nacimiento, siempre hay niños a quienes
les tiene sin cuidado si sucede
porque patinan sobre el hielo de la laguna cerca al bosque.

Nunca olvidaron
que hasta la desgracia más temida debe seguir su curso,
de algún modo en una esquina, en algún lugar no muy limpio
donde los perros siguen su vida de perros y el caballo del torturador
inocentemente se restriega el trasero contra un árbol.

En el Ícaro de Breughel, por ejemplo: cómo todos dan la espalda
indiferentes a la tragedia; el labrador pudo haber
escuchado el chapoteo en el mar, el grito de desesperación,
pero para él no fue fracaso alguno; el sol brillaba
como tenía que brillar en las pálidas piernas que desparecían en el verdor
de las aguas, la suntuosa y delicada nave
que debió haber presenciado algo maravilloso, un joven cayendo del cielo,
tenía que llegar a algún lugar, y alzó velas tranquilamente.

(Traducción de León Leiva Gallardo)



                                                                                                                     Williams Carlos Williams

Landscape with the Fall of Icarus
William Carlos Williams    

According to Brueghel
when Icarus fell
it was spring

a farmer was ploughing
his field
the whole pageantry

of the year was
awake tingling
near

the edge of the sea
concerned
with itself

sweating in the sun
that melted
the wings' wax

unsignificantly
off the coast
there was

a splash quite unnoticed
this was
Icarus drowning
                                               


Paisaje con la caída de Ícaro
            William Carlos Williams

Según Brueghel
cuando Ícaro cayó
era primavera

un agricultor araba
su tierra
todo el cortejo

del año lucía
despierto vibrante
cerca

de la costa
ocupado
en sus asuntos

sudando bajo el sol
que derritió
las alas de cera

sin notarse mucho
en el mar
hubo

un chapoteo insignificante
era
Ícaro ahogándose

(Traducción de León Leiva Gallardo)


Para ser breve y dar el mérito a Williams también por su brevedad, creo que su poema corresponde más efectivamente al comentario humano de Brueghel: hay algo de eternidad en lo efímero, algo tan significativo en lo insignificante, y Williams logra ambos con la inmediatez de sus versos truncados, como en su famoso wheelbarrow. Increíble la diferencia de estilo entre poetas y a la vez la afinidad por un mismo tema. No sólo aluden a la ambición humana del mito de Ícaro, sino también a la deshumanización que se avecina con el devenir de la posmodernidad.


     Un verso del poema "The Red Wheelbarrow"
         de William Carlos Williams

Hasta la fecha agradezco el entusiasmo de mi profesora de Humanidades, quien nos exigía escuchar y analizar música clásica, apreciar pinturas y esculturas, leer ensayos filosóficos y piezas breves de la literatura universal. Su clase fue mi modesta incursión al humanismo. Irónicamente quizá también por ella me he puesto las alas de cera.

León Leiva Gallardo


jueves, 16 de enero de 2014

Cine: Estrella brillante de Jane Campion


Cauteloso de las biografías, que tanto fallan por el afán de ser fieles, vacilé antes de comenzar a ver Bright Star (Estrella brillante),  film sobre los últimos dos años de vida del poeta John Keats y su relación amorosa con Fanny Brawne. Bastó saber que se trataba de una producción dirigida por Jane Campion, a quien se conoce más por su monumental El piano, para que me sentara cautivo ante el magisterio de una de las grandes directoras de cine y sin duda la más galardonada. Jane Campion es la segunda de apenas sólo cuatro mujeres que han sido nominadas para el Oscar (por dirección de un largometraje) y la primera en recibir la prestigiosa Palme D’Or de Cannes. Quizá de más valor son los reconocimientos de los críticos serios que la premiaron como mejor directora y guionista por El Piano (1994).

Con la producción de Estrella brillante (2009), Jane Campion de nuevo dedica su visión y su pluma (ella escribe sus propios guiones) a la vida de un escritor. En esta producción no nos encontramos con las contorsionadas pasiones psicológicas de sus films anteriores, pero sí con una meticulosa substanciación del amor. De manera magistral Campion ha recreado un personaje que la historia había olvidado, ya que el protagonista siempre ha sido el poeta John Keats, aunque sabido es que parte de la obra literaria y especialmente la obra epistolar de este gran bardo fue producto de la relación con su amada Fanny Brawne, a quien dedicó el famoso poema cuyo título también tiene el film.



Bright Star
     John Keats  

Bright star, would I were stedfast as thou art—
         Not in lone splendour hung aloft the night
And watching, with eternal lids apart,
         Like nature's patient, sleepless Eremite,
The moving waters at their priestlike task
         Of pure ablution round earth's human shores,
Or gazing on the new soft-fallen mask
         Of snow upon the mountains and the moors—
No—yet still stedfast, still unchangeable,
         Pillow'd upon my fair love's ripening breast,
To feel for ever its soft fall and swell,
         Awake for ever in a sweet unrest,
Still, still to hear her tender-taken breath,
And so live ever—or else swoon to death.


Estrella brillante
           John Keats

Estrella brillante, quisiera ser constante como tú,
no en solitario esplendor y firme en la noche,
divisando —con eterna y dilatada mirada,
como insomne y paciente eremita de la naturaleza—
las aguas y remansos en su religioso oficio
de ablución pura de las humanas costas de la tierra;
contemplando el suave y recién estrenado disfraz
de la nieve sobre las montañas y los páramos.
Sí, y seguir siendo constante, seguir inmutable,
recostado sobre el casto pecho de mi amada,
sintiendo para siempre el suave ir y venir,
despertando para siempre en este ansioso deleite;
y quieto, quieto, para escuchar su tierno aliento,
y vivir para siempre —o perecer en la muerte.

            (Traducción de León Leiva Gallardo)
                             
                                               
La trama de Estrella brillante se centra en los altibajos de la relación platónica (nunca consuman el amor carnal) y especialmente en la angustiosa entrega amorosa de Fanny Brawne, quien no duda en casarse con su amado poeta. Aunque Campion no le dedica mucho tiempo a los aspectos sociales (como suele hacerse en muchos films históricos), sí se establece que la familia de Fanny se opone a que se case con Keats porque el hombre no tiene los medios ni para sustentarse a sí mismo. La angustia de estos jóvenes amorosos (Fanny 18 y Keats 23) se divide en la pasión reprimida de Fanny y la lipidia de John Keats. Finalmente Keats tiene que irse a Roma para aprovechar el buen clima y curarse de la tisis, y seis meses después Fanny recibe la terrible noticia de su muerte.


Campion, como es de esperarse, tuvo la noble noción de enaltecer el personaje de Fanny Brawne, hasta el punto que la vuelve la protagonista, logrando de esta manera darle cierto balance a lo que en el cine generalmente se vuelve un expreso adulatorio del genio a expensas de los que lo rodean. Además que Fanny Brawne tiene su propio talento que sale a relucir en varias ocasiones. Además de ser modista, diseñaba su propia ropa, es muy creativa en cuestiones manuales y también tiene afinidad natural para la poesía. En varias escenas vemos a Fanny recitando poemas de su amado Keats, reiterando de este modo que su amor es quizá más por el poeta que por el hombre. (Esto sin duda lo decide cada expectador.)


                                  Jane Campion



Campion como gran visionaria de las cuestiones de la mujer, logra amalgamar los aspectos emocionales con los creativos por medio de tomas fecundas de la intimidad, la escritura y, muy importante para ambientar la poesía de Keats, de la naturaleza. El amor vedado de Fanny es tal que una vez cuando Keats está de viaje, tanto lo extraña que sufre un breve asalto de delirio, el cual se expresa genialmente con mariposas (negras y grises). Fanny y su hermana atrapan mariposas en el campo y luego las encierran en el dormitorio. El efecto es cabal, porque Fanny, en su aislamiento emocional, las mantiene en el dormitorio por tanto tiempo que eventualmente mueren. Esta escena, una de las más lúgubres como poéticas, es un indicio del prematuro fallecimiento del poeta y el amargo luto que habría de guardar Fanny. (La historia cuenta que la verdadera Fanny Brawne guardó luto por 6 años.)
 




No obstante la dominante presencia de Fanny Brawne, representada por la talentosísima Abbie Cornish, Campion también da lugar y humana atención al hombre, más que al poeta, y demuestra cómo fue la penosa vida de quien en sus últimos años vivió de la generosidad de sus amigos. El actor Ben Whishaw, que no es muy esbelto ni muy alto, encarna bien la débil constitución de Keats en sus últimos días; pero quizá más importante, nos brinda una representación convincente de un joven que abandonó su carrera de medicina por la poesía, un poeta que fue destruido por la crítica de su tiempo y un hombre que, según piensan algunos biógrafos, perdió hasta la vida por no haber recibido el reconocimiento que merecía. Sucede que luego de ser arrasado por los críticos, Keats se retracta tanto de la sociedad como de su amada Fanny. Durante su estadía en Roma, nunca le escribe a Fanny, sin duda para no angustiarla más con sus padecimientos.

 
(Como dato aparte: Keats murió creyendo que no merecía ser llamado poeta. Pero la historia habría de decir lo contrario. John Keats ahora es uno de los poetas románticos más leídos y venerados.)

 
 
                                                                                  León Leiva Gallardo
 

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