María Josefa Lastiri Lozano
Anarella Vélez
Apenas ha habido una sola guerra que no
haya contado con participación femenina
STIEG LARSSON
Al estudiar la vida de Josefa Lastiri nos
encontramos con el típico ocultamiento político e historiográfico del
papel de la mujer. Sin embargo, la
problemática femenina exige que se
la visibilice y hoy en día encontramos un cambio en el discurso
historiográfico.
Sin duda Josefa forma parte de un grupo de
mujeres que fueron indispensables para el éxito de las gestas emancipadoras
pero fueron invisibilizadas, minimizadas,
olvidadas, a pesar de que sacudieron los cimientos del sistema colonial.
Ma. Josefa Lastiri
Ellas participaron en todo el proceso de
independencia, de integración regional, en las guerras, agregadas a los ejércitos,
en la retaguardia, en la logística (las soldaderas) y hasta como combatientes,
sin embargo han sido olvidadas.
Debo remarcar que las historiadoras
feministas creemos que al
considerar la dinámica histórica se debe reconocer la importancia de todos los
actores sociales en el acontecer histórico. Entendemos que es urgente
revalorizar historiográficamente el papel femenino en el escenario de la vida
cotidiana y tener presente la
cotidianeidad está en el centro del acontecer histórico. Es necesario señalar
que el conocimiento del proceso de emancipación y de integración
latinoamericana no debe partir exclusivamente del análisis de los casos
excepcionales, de las heroínas.
Josefa Lastiri, esta desconocida mujer
hondureña, nació en la Villa San Miguel de Tegucigalpa de Heredia, hoy capital
de la República de Honduras, el 20 de octubre de 1792. Fue hija de Juan Miguel
Lastiri, comerciante español y Margarita Lozano y Borjas, natural de la
entonces Intendencia de Comayagua.
Fue bautizada con el nombre de María Josefa
Ursula Francisca de la Santísima Trinidad, en la iglesia parroquial de San
Miguel de Tegucigalpa, el 22 del mismo mes, por el Cura Vicario Juez
Eclesiástico de ese beneficio, Juan Francisco Márquez[1].
Su nombre nos recuerda a las magnas mujeres
españolas de ese tiempo: Doña Josefa Amar y Borbón, pedagoga y escritora de la
ilustración española, a Doña Josefa Zúniga y Castro, fundadora de la Academia
del Buen Gusto durante el reinado de Fernando VI. También a Santa Ursula, hija
mártir de un rey de Bretaña insular, enviada al continente para casar con un
príncipe pagano.
Para entonces, la villa de Tegucigalpa era el lugar más poblado y floreciente de la
provincia de Comayagua. La ciudad de origen minero se convirtió en una populosa
urbe con ayuntamiento, parroquia, dos conventos, dos ermitas y era la cabecera
del partido de su nombre. Competía abiertamente con la ciudad de Nueva
Valladolid de Comayagua, capital de la
provincia y residencia del Intendente y sede episcopal.
A Josefa le tocó crecer en esos años en los que en la región
centroamericana arraigaba la noción de la emancipación, cuyos antecedentes
inmediatos los encontramos en el levantamiento de 1811 en la ciudad de San Salvador. El 13 de
diciembre de 1811 el pueblo de León, Nicaragua,
encabezado por el fraile guatemalteco
Benito Miguelena se levantó contra las autoridades españolas. El 22 de diciembre, en Granada se reunieron
en Cabildo Abierto, y se levantaron contra el orden colonial.
El primero de enero de 1812, cuando
Josefa contaba con 20 años de edad, los pobladores de Tegucigalpa se opusieron a
la decisión de los residentes españoles
y autoridades de Tegucigalpa dispusieron que las alcaldías sólo fueran
desempeñadas por peninsulares. Los sublevados consiguieron que en el
Ayuntamiento quedara conformado
exclusivamente por criollos.
Otro hecho histórico que signaría la vida
de los pobladores de la Tegucigalpa fue
la jura de la nueva Constitución el 24 de septiembre de 1812. En ella se establecía la equidad entre criollos y
peninsulares. También el nuevo texto constitucional proclamaba la
representación nacional en forma colectiva.
Creaba los municipios, electos en comicios populares; implantaba la
Diputación Provincial para inspección de la Administración económica; disponía
la apertura de escuelas en todas las poblaciones y en ellas debía darse a
conocer la nueva Constitución.
El nuevo texto constitucional consagraba la
libertad de pensamiento. Para entonces José Bonaparte reinaba en España,
nombrado por Napoleón Bonaparte. Durante todo el año de 1813 en la Villa se
vivieron acontecimientos que conmovieron los valores establecidos por el
imperio colonial, particularmente la ruptura entre el ayuntamiento con las
autoridades civiles y eclesiásticas.
Los separatistas de Tegucigalpa decidieron
seguir el modelo de la sublevación salvadoreña, es decir, derrocar a las autoridades constituidas,
apoderarse de las armas y dinero guardado en la Plaza de Armas y en la Caja
Real. Alcanzados estos objetivos pasar a liberar a los prisioneros, proclamar
la independencia y devolver a España a los altos administradores peninsulares.
Un nuevo levantamiento ocurrió en San Salvador, el 24 de enero de 1814, el cual
estuvo encabezado por el Sacerdote Dr. Matías Delgado. Esta experiencia caló las conciencias de
las/os jóvenes y preparó la independencia de 1821.
La información sobre estos hechos circulaba
gracias a La Gaceta de Guatemala, periódico que divulgaba los problemas
nacionales y entre líneas se leía que el bálsamo para curar males generados por
el sistema colonial era la emancipación de la región.
La vida cotidiana durante el período colonial era de tal naturaleza que un
espíritu sensible como el de Josefa no
podría dejar de cuestionarlo.
Su nacimiento en el seno de una familia de considerables
recursos económicos, los Lastiri-Lozano, explica la esmerada educación recibida
por Josefita y sus hermanas: Petrona, Lucía y Dolores. De ellas se dice que
heredaron la belleza criolla de Doña Margarita. Ellas también contrajeron
matrimonio con figuras célebres de la historia centroamericana. Petrona se casó
con el coronel Don Remigio Díaz, héroe de la batalla de la Trinidad; Lucía con
Don José Santos del Valle, quien ejerció interinamente la Jefatura del Estado
de Honduras; y Dolores con Don Diego Vigil y Cocaña, último Vicepresidente de
la República Federal.
Cuando señalamos la especificidad de la
enseñanza femenina es importante establecer la diferencia entre lo que entendemos hoy día como lo que debe
ser una enseñanza “completa“ o
integradora y compararla con aquella concepción propia de finales del siglo
XVIII e inicios del XIX : los distintos
planes de instrucción, la sociedad en general y la mayor parte del profesorado,
femenino o no, admitían sin mayores problemas que la instrucción dirigida a la
mujer debería incidir sobre todo en aquellos aspectos considerados “propios” de
ellas, reduciendo éstos a la Religión –compuesta de varias asignaturas- y a las
actividades relacionados con el hogar, como costura, labores o semejantes. Se
trataba, por tanto, de una enseñanza limitada, distinta a la masculina y con
enormes carencias.
La formación recibida en el seno del hogar
modeló su carácter y la convirtió en una distinguida joven, en una mujer de carácter que frecuentaba los
salones de la ciudad de Tegucigalpa. En 1818, Josefita contrajo
matrimonio con un acaudalado joven de su misma edad, Don Esteban
Travieso y Rivera, nacido el 2 de septiembre de 1792. Tras la boda, los
Travieso Lastiri establecieron su residencia en la ciudad de Comayagua.
De ese matrimonio nacieron cuatro hijos:
Ramona, Tomasa, Paulina y Esteban Travieso y Lastiri. Don Esteban falleció en
Tegucigalpa el 27 de febrero de 1825, Josefa contaba con 27 años de edad.
Heredó a su familia un considerable patrimonio,
en el que figuraba la hacienda de Jupuara o Rancho Chiquito.
Convertida en una acaudalada hacendada de
la jurisdicción de Lamaní, al sureste de Comayagua, la joven viuda, hermosa y
rica, no tardó en cautivar a muchos comayagüenses. Un anónimo admirador le
dedicó el siguiente acróstico:
“A otros días más claros que el presente,
Jamás precedió Febo luminoso
Ostentando mejor su brillo hermoso
Sobre la rubia niebla del Oriente
En el cenit suspenso y reverente,
Fija su carro y queda silencioso,
Admirando en tu rostro candoroso,
Las gracias y virtud más inocente.
Así, yo quedo absorto al contemplarte,
Sin que pueda mi labio confundido
Tanto afecto explicar al saludarte,
I, únicamente (al alma cielo pido),
Repita en ti la dicha con que al crearte,
Infinito brindaba complacido.”[2]
Transcurridos varios años después de la
muerte de Don Esteban Travieso, Doña
María Josefa empezó a relacionarse con Don José Francisco Morazán Quesada,
primogénito de Eusebio Morazán y Alemán
y de Guadalupe Quesada y Borjas, nacido el 3 de octubre de 1792, cuyas características físicas e intelectuales
están bien descritas por Mejía Nieto:
“…era de natural bondadoso, su
inteligencia… despejada a; su catadura física en general, de fino porte.
Estaba, pues dotado de buenos rasgos por la naturaleza. Ayudaba a sus padres en
el cuidado de sus hermanitos menores. El jefe de la familia se
en dedicaba en general a proporcionar la subsistencia y en particular
ideas morales a sus hijos. Esta cualidad industrial fue inherente y orgánica en
la familia de los Morazán. Se retiraban a dormir temprano como cuadra a géneros
de vida impuestos por los españoles de poca licencia y mucho rigor de
costumbres. En esta hosca monotonía colonial, como flor sin sol, despunta la
vivacidad de Francisco. Su energía echa raíces hacia adentro y lo que pudo ser
ímpetu exteriorizado se convierte en sosiego de madurez interior. Así se
explica que en este país (mondo de saberes como hueso sin pelleja) apareciera
Francisco, con doctrina y decisión. Poco había aprendido de sus compañeros de
juego, menos del mundillo de Morocelí, algo de D León, bastante de los libros y
documentos de éste, más de las pocas obras extranjeras caídas en sus manos y
mucho de su propio juicio y reflexión. Al propio tiempo había escapado de la influencia de un mundo ignorante,
supersticioso y fanático: producto de una iglesia adinerada y feudal.[3]”
El ambiente descrito por Mejía Nieto fue el mismo en el que creció Josefita, una
sociedad en la que imperaba la ignorancia, la superstición y el fanatismo
religioso. Las mismas causas por las que en América Central anidó la idea
emancipadora.
Hasta Tegucigalpa llegaron las noticias de
los movimientos sociales liderados por Francisco de Miranda en Venezuela,
Mariano Moreno en Argentina, el cura Hidalgo en México, contextualizados en la ocupación del territorio español por el
ejército napoleónico, el abandono de la
Corona por Carlos IV, la detención del príncipe heredero Fernando VII.
En ese escenario histórico, hacia 1819,
Morazán fue escribano de Mallol,
Alcalde de Tegucigalpa, en donde leía todo los que caía en sus manos. Más tarde
se empeñó en hacer carrera militar, en
la que conoce y se identifica con las
ideas Bonapartistas.
Años más tarde, en 1824,
Morazán Quesada se convierte en
el Secretario General del Despacho y brazo derecho del Jefe de Estado
Don Dionisio de Herrera. José Francisco era calificado como un joven guapo, atractivo, varonil, recibía
los halagos de las mejores familias de Comayagua, quienes lo consideraban el mejor prospecto matrimonial para sus
hijas. Pero la amistad con Josefa se había vuelto apasionada. Mejía Nieto la
describe así:
“… Morazán había adquirido casi tanta
popularidad en la buena sociedad de Comayagua como en la de Tegucigalpa; esto
le favorecía, pues en Comayagua cimentaba más arraigadamente la tradición de
las severas costumbres sociales de la colonia española. En Tegucigalpa la
explotación de las minas había hecho posible el surgimiento de nuevos ricos,
sin apellido ni nombre. Por otro lado creyeron los aristócratas de Comayagua
sin excluir al clero que atrayéndose a Morazán, lograrían influir y
salvaguardar sus intereses y privilegios de la amenaza liberal del Gobierno.
Cuando se supo que de la ilusión platónica entre Morazán y la viuda de Travieso
se adelantaba en visitas y hasta ausencias de Morazán al deporte favorito que
era aventurarse errando caballo por las
tardes, la sociedad armó cuchicheos. Es verdad que se censuró la imprudencia de
la viudita y los avances del funcionario, que además del poder político y
social tendría el solio que le fraguaba el dinero de su bella esposa. No era un
amor platónico, sino que era una corriente de erótica atracción como luego se
descubrió y hasta con suma sorpresa y no cierta envidia, porque jovencitas de
Comayagua que no eran viudas ni tenían niños, pensaron en atraer a Morazán a
sus redes. Esto sin embargo no ocurrió. El casamiento de Josefita Lastiri (como
se la llamaba) con Morazán se juzgó como un hecho cierto e inevitable. El
propio presidente D. Dionisio de Herrera fue el padrino de bodas.”[4]
El modo en que se desarrolló el vínculo
amoroso entre Francisco y Josefita dejan
constancia de sus ideas liberales,
éstas les permitieron asumir su situación
con bastante libertad y naturalidad. Sin
embargo, tras la presión social propia
de una sociedad conservadora como la Comayagua,
celebraron su matrimonio en esa
ciudad el 30 de diciembre de 1825, cuando ambos tenían treinta tres
años. Fueron testigos de su boda el Coronel Don Remigio Díaz, esposo de Doña
Petrona Lastiri, y Don Coronado Chávez, años después Presidente de Honduras.
Las circunstancias históricas por las que
atravesaba la región centroamericana
imposibilitaron que el hogar de los Morazán
Lastiri tuviese una vida sosegada. Las discrepancias ideológicas, reflejo de
los diferentes intereses económicos se resolvieron con la guerra. El Gobierno de Don Dionisio de Herrera, en el
que Morazán se desempeñaba como Secretario General y Presidente del Consejo
Representativo, se enfrentó con las autoridades federales, quienes enviaron sus
tropas a Honduras y en abril de 1827 sitiaron la ciudad de Comayagua, la que
fue decididamente defendida por sus pobladores.
El 10 de mayo de 1827, a las once de la mañana, entraron
triunfantes Comayagua las tropas federales, comandadas por el Coronel José
Justo Milla. Dionisio de Herrera, el Jefe de Estado legítimo de Honduras, fue
capturado por los invasores y enviado para Guatemala. Lo sustituyó Cleto Bendaña, impuesto por el
mismo Milla.
Josefa,
recién casada con Morazán, sufrió la captura de la ciudad. Francisco
participó activamente en la defensa de Comayagua, arriesgándose consiguió
víveres y atacó a las tropas federales.
Estratégicamente, se retiró a Tegucigalpa donde logró reunir trescientos
hombres. Al regresar a Comayagua se enfrentó nuevamente a las tropas de Milla
en la hacienda La Maradiaga, y aunque
salió victorioso, sus hombres quedaron sin municiones. Se vieron obligados a
retirarse hacia Tegucigalpa.
En Comayagua se quedó Doña Josefita y sus
hijos Travieso, la ciudad fue tomada por las fuerzas federales y fue víctima de
un terrible saqueo. Entretanto
Morazán se incorporó a la columna, al mando de Cleto Ordóñez, que el gobierno salvadoreño envió tardíamente
en auxilio de Herrera. Cuando pasaron por la hacienda El Hato Grande las gentes de Ordóñez asesinaron a su
propietario, Miguel Madueño, sólo para apropiarse de sus bienes. Ante este
hecho Morazán, indignado, se separó de la columna y solicitó garantías a José
Justo Milla, quien mandó pasaportes para Morazán, Díaz, Márquez y Gutiérrez.
Morazán creyó en la palabra del invasor, no así sus compañeros, quienes
partieron para Nicaragua. Morazán se trasladó a Ojojona y ahí fue apresado y
trasladado a Tegucigalpa, con irrespeto absoluto de la garantía concedida, caía
víctima de la traición.
Sin embargo, logró huir hacia El Salvador,
de ahí hacia la ciudad de León en donde se reunió Remigio Díaz, José Antonio
Márquez y José María Gutiérrez, consiguió ayuda del Gobierno de Nicaragua,
formó una pequeña pero aguerrida columna con la que se dirigió hacia Choluteca
en donde se unieron otros hondureños que se habían levantado en contra de
Milla, anhelantes de batir a los invasores y
de instaurar en el país un gobierno legítimo.
El 11 de noviembre de 1827 derrotó al
ejército federal en la famosa batalla de La Trinidad. Al día siguiente entró a
Tegucigalpa y el 26 de ese mismo mes llegó victorioso a Comayagua. Josefita
pudo presenciar el júbilo popular con que fue recibido Francisco. Por falta del Jefe de Estado, el
Consejo Representativo lo llamó a ejercer la primera magistratura, Diego Vigil
fue nombrado Vice-Jefe .
Josefita y Francisco se reunieron tras
largos y angustiosos tiempos. No pudieron disfrutar por un largo período de su
nueva posición en la sociedad hondureña. Nuevas fuerzas federales volvieron a
marchar sobre el Estado, y Francisco hubo de blandir de nuevo el sable. El 30
de junio 1828 se apartó de la Jefatura para dirigir del ejército estatal, a
cuyo mando derrotó a los federales el 6 de julio en la batalla de Gualcho.
Luego marchó hacia El Salvador, con el objetivo de auxiliar al Gobierno
estatal, también enfrentado con las autoridades de la República.
Doña María Josefa recibía información de los triunfos de su
esposo. Vencedor en el Combate de San Antonio, fue eufóricamente recibido en
San Salvador el 23 de octubre.
Prontamente partió hacia Guatemala en donde puso sitio a la ciudad para
derrocar al Gobierno de la República. El 13 de abril de 1829 entró en la ciudad
y depuso a las autoridades
federales, asumió el mando supremo de la
nación centroamericana. Días antes había sido elegido Jefe del Estado de
Honduras por sus conciudadanos.
Para esas fechas Josefita había alcanzado
la edad de 37 años y se convertía en Primera Dama de Centroamérica por primera
vez, estatuto que no ostentó por mucho tiempo pues en junio de 1829 Morazán
entregó el poder a un gobierno provisional presidido por Don José Francisco
Barrundia. Regresó a Honduras para tomar posesión de la Jefatura Suprema el 4
de diciembre de 1829.
En esta ocasión tampoco sería Primera Dama
de Honduras por mucho tiempo pues en junio de 1830 Morazán fue elegido como
Presidente de la República Federal para el período 1830-1834. En septiembre
(16) del año de 1830 Francisco tomó posesión de ese cargo y Josefita se
convirtió de nuevo en la Primera Dama de la gran nación centroamericana.
La convulsiva situación social de la región
explota nuevamente en los primeros meses de 1832 y Morazán vuelve a comandar el
ejército federal, esta vez contra el Gobierno de El Salvador. Retorna triunfal
a Guatemala en abril de 1833 y entonces solicita un permiso al Congreso de la
Federación para retornar a Comayagua con Doña Josefita. Sin embargo este
merecido descanso duró pocos meses pues debió combatir de nuevo contra las
autoridades salvadoreñas, ocasión en la que Morazán, Presidente de la
Federación, salió herido. El jefe de Estado salvadoreño, Joaquín de San Martín
y Ulloa fue derrotado.
El 16 de septiembre de 1834 finalizó su
período de Gobierno en la Presidencia de la Federación, para entonces el
candidato ganador de las elecciones, Don José Cecilio del Valle había muerto el
2 de marzo de ese año. Fue necesario efectuar nuevos comicios y el voto popular
designó nuevamente a Morazán como Presidente de la Republica.
El 4 de junio de 1835 Francisco tomó
posesión de ese cargo en la ciudad de San Salvador, designada desde el año
anterior como la nueva sede de la jefatura. Hacia esa ciudad se trasladó
Josefita con su familia para apoyar decididamente a Morazán en el desempeño de
su nuevo cargo, al frente del proyecto
social de la Federación Centroamericana.
Transcurridos poco más de 10 años después
de la emancipación centroamericana y de la constitución de la Federación se
creía que Centroamérica había logrado consolidar el proyecto social de los
demócratas de la región, sin embargo esta ilusión se desvaneció rápidamente. En
el Estado de Guatemala estalló la guerra civil, provocada por el levantamiento
del conservador Rafael Carrera y Turcios.
Para estas fechas Josefita se encontraba en
estado de embarazo, a pesar de ello, Morazán tuvo que salir de San Salvador
para hacer frente a los rebeldes. En 1838, mientras el Presidente de la Federación
combatía a los conservadores liderados por Carrera, nació en San Salvador la
única hija del matrimonio, bautizada con el nombre de Adela.
Francisco Morazán Quesada procreó cinco
hijas e hijos fuera del matrimonio:
1. Con Rita Zelayandía de Ruiz, salvadoreña,
tuvo a José Antonio Ruiz, nacido en Tegucigalpa en mayo de 1826 ( probablemente
procreado en agosto de 1825, meses antes de su matrimonio con Josefita)
2. Con la señora Francisca Moncada, hondureña,
tuvo a Francisco Morazán Moncada, nacido en octubre de 1827 (probablemente
procreado en enero de 1827), casado ya con Josefita
3. Con una señora Fuentes, en Guatemala tuvo
otros dos hijos, Nicolás y Josefa
4. Con la Señora Teresa Escalante de Freer, salvadoreña, tuvo a Dolores Freer, nacida el 2 de junio de
1843 (probablemente concebida días antes del asesinato de Francisco Morazán)
Josefa asumió con generosidad el cuidado de
los dos vástagos mayores de Morazán y
crecieron junto a los hijastros Travieso.
En la biografía de Francisco Morazán Quesada escrita por Enrique Guier
nos relata:
"…toleró a su lado dos hijos naturales del
segundo marido, cuyos devaneos amorosos no desmentían sus vigorosas facciones
masculinas..."[5]
La última de las hijas de Josefita llegó al
mundo en medio de las peores
circunstancias vividas por la Federación.
Guatemala, El Salvador y el sexto, nuevo y efímero Estado de los Altos (
país creado durante la República federal en los años 30, cuya capital fue
Quetzaltenango y ocupaba lo que actualmente es el oeste de Guatemala y parte de
Chiapas, el cual se creó como respuesta a las diferencias políticias entre la
Ciudad de Guatemala y Quetzaltenango, que era realista y no se independizó sino
hasta el 2 de febrero de 1838, siendo reconocida por la Federación el 5 de junio
de ese mismo año) se encontraban en plena guerra civil, mientras Nicaragua,
Honduras y Costa Rica se separaban sucesivamente de la República.
En 1839, 1º de Febrero, Morazán finalizó su
período presidencial y entregó el poder a su concuñado Don Diego Vijil y Cocaña, quien fungió como Vicepresidente de
la Federación. Vijil, por su parte,
nombró a Francisco como jefe del ejército Federal y en abril de ese año
venció a las fuerzas combinadas de Honduras y Nicaragua en el combate del
Espíritu Santo, donde sufrió una herida de consideración. Poco después fue
elegido como Jefe de Estado de El Salvador, cargo del que tomó posesión el 11
de julio de 1839.
Josefita, en su calidad de esposa del Jefe de Estado de El Salvador,
sufrió el escarnio producto de los animadversiones políticas de los
conservadores centroamericanos. En septiembre de 1839, en ausencia de
Francisco detonó una revuelta en San
Salvador. Los rebeldes tomaron como rehenes a Josefa y a su familia para exigir
al Jefe de Estado que abandonase su cargo.
Francisco respondió así:
"Los rehenes que mis enemigos tienen en su
poder son para mí sagrados y hablan vehementemente a mi corazón; pero soy el
Jefe de Estado y mi deber es atacar; pasaré sobre los cadáveres de mis hijos;
haré escarmentar a mis enemigos y no sobreviviré un instante más a tan
escandaloso atentado."
El Jefe de Estado atacó furiosamente a los
amotinados que fueron definitivamente derrotados. En su huida abandonaron a Josefita y sus
hijos sin causarles daño. Penosamente para Josefa y los unionistas
centroamericanos los combates continuaron
y Morazán dispuso que su esposa y su familia abandonasen El Salvador y
se trasladasen a Costa Rica.
En Costa Rica, Estado Centroamericano en el que reinaba una
aparente paz debido al terror impuesto
por Braulio Carrillo. A principios de 1840 Doña María Josefa partió hacia ese
país, embarcada en la goleta Melanie, una vez más se veía obligada por la
historia, a separarse de su amado Francisco.
Una vez llegada a Caldera, la Primera Dama
de El Salvador escribió al Jefe de Estado Braulio Carrillo[6]:
"El temor a la Revolución de los Estados de
Honduras y El Salvador, me han obligado a abandonar mi país, y mucha parte de
mi desgraciada familia, para buscar en cualquier punto un lugar donde vivir pacíficamente
con el resto de mi familia que he podido traer conmigo; y atendiendo a la paz
que goza este Estado, a las buenas circunstancias que lo caracterizan y a los
consejos de muchos de mis amigos, me he resuelto a venir a pedir un asilo,
segura de que su Gobierno protegerá la inocencia y permitirá internarme al
punto que parezca más conveniente a mis circunstancias."
Carrillo le respondió a Doña María Josefa
que ellas y los suyos podían asilarse en Costa Rica si aceptaban instalarse en
la ciudad de Esparza, población aislada e insignificante por lo que Josefita
rechazó la oferta. Carrillo mantenía el poder a costa de la persecución de la
oposición, sin duda tenía sus temores políticos respecto de la presencia de
Josefita en San José. Zarpó en la Melanie hacia Nueva Granada y se estableció en Chiriquí.
Derrotado Morazán en El Salvador, abandonó
ese país en compañía de su hijo José Antonio y de un grupo importante de
partidarios. Se reúne con Josefita y su familia
en mayo de 1840 en el poblado David, en donde escribió su célebre
manifiesto.
Francisco partió hacia Perú en agosto de
1841 acompañado de varios de sus colaboradores, mientras Josefa permanecía en
David junto a su numerosa familia.
Morazán buscaba formar una nueva expedición hacia Centroamérica. A
inicios de 1842 lograba regresar haciendo escala en Chiriquí para reencontrarse
con los suyos. Continuó su viaje hacia El Salvador, pero su gesta no tuvo eco
en esa nación y retornó a Costa Rica, desde donde había recibido numerosas y
urgentes peticiones de ayuda, llegando a ese país el 7 de abril de 1842.
Tras el pacto del Jocote, acuerdo efectuado
el 11 de abril de 1842 a la sombra de un árbol de jocote, en Alajuela, Costa
Rica, acordado entre Francisco Morazán y Vicente Villaseñor, a quien el Jefe de
Estado Braulio Carrillo Colina había
enviado con 700 hombres a rechazar la invasión. De conformidad con el pacto el
ejército de Villaseñor se unió – sin
combatir- con el de Morazán y éste fue
proclamado como nuevo jefe de Estado de Costa Rica. Morazán entro triunfalmente
a San José y el 12 de abril[7] asumió la
Jefatura de Estado.
Al poco tiempo Josefita, que se encontraba
en David, se informó sobre el nuevo estatuto de Morazán como nuevo gobernante
de Costa Rica, se convertía así en la nueva Primera Dama de ese país a los 49
años de edad. Un barco fletado para retornarla a Costa Rica hizo posible que la
familia Morazán Lastiri se reuniera nuevamente.
La popularidad de Morazán fue socavada
eficazmente por los conservadores.
Josefita encaró la nueva relación amorosa entre Francisco y la salvadoreña Teresa Escalante y Ocampo,
casada con el británico William Freer Risk. De esa relación con quien tuvo una hija, María Ester de los
Dolores Freer Escalante.
No habían transcurrido ni cinco meses cuando, el 11 de septiembre de
1842, se sublevaron los pueblos de San José y Alajuela, dizque para de evitar la guerra con Nicaragua. En la
capital la lucha fue sangrienta. Se calcula que Morazán hizo durante el combate
16,000 tiros de los cuales cien fueron
cañonazos, y que en la plaza que él defendía se dirigieron 200,000 tiros, de
los cuales 300 fueron de cañón. Se cree que los muertos excedieron a los cien y
los heridos a doscientos.
Josefita y su hija Adela, de cuatro años,
se encontraba al lado de su esposo y padre, en el cuartel josefino. Salieron de
allí para tratar de refugiarse en la casa de la familia Escalante en medio de
una tormenta de proyectiles. Cayeron en poder de los sublevados y fueron
conducidas a la casa de Antonio Pinto Soares, uno de los caudillos de la
insurrección. Entonces estuvieron a punto de ser fusiladas.
Más tarde, madre e hija fueron depositadas
en custodia del Presbítero Don José Julián
Blanco y Zamora, y por último el acaudalado cafetalero y comerciante
Rafael Moya Murillo les ofreció hospitalidad.
Morazán, en una acción de extrema audacia,
con Cabañas y Villaseñor rompieron la línea de los sitiadores logrando al fin
salir de la población. Se dirigieron hacia Cartago, a casa de quien
consideraban un amigo: Pedro Mayorga. Lejos
estaban de sospechar que aquel traidor lo entregaría a sus opositores y
al día siguiente fue conducido de regreso a la capital, donde fue fusilado a
las seis de la tarde entre la expectación popular y el doloroso silencio de sus
seguidores[8].
Los sublevados carrillistas querían asesinar a Josefita y
sus hijos. A Morazán solo pudo acompañarle su primogénito Francisco Morazán
Moncada.
Fueron heridos y detenidos Cabañas,
Barrios, Rascon, Orellana, González Zepeda (Manuel), García del Río, dos señores Pintos de San
Salvador, Francisco Morazán, hijo del ex Presidente, Angulo, doctor Mendez,
Vigil, Cruz Lozano, Estéban Travieso y otros muchos. [9]
Josefita se informó del fusilamiento de su
esposo[10] una semana después de los hechos, quien al conocer la noticia sufrió
dolorosas convulsiones y llanto sin tregua.
Su vida
con Morazán la coloca a la par de
otras grandes mujeres de su tiempo: Juana Azurduy[11], Manuela Sáenz[12],
Bartolina Sisa[13], Gertrudis Bocanegra[14], Luisa Cáceres[15], Policarpa
Salavarrieta[16], Micaela Bastidas[17],
Dolores Bedoya de Molina, que son claro ejemplo de la participación femenina en
el proceso de la independencia de América Latina.
Permaneció un tiempo en Heredia, protegida
por el anti carrillista Moya. Meses más
tarde se trasladó a El Salvador en la goleta Coquimbo, el 12 de diciembre
desembarcaba en el puerto de La Unión para establecerse en Cojutepeque, en la
pobreza. Los bienes heredados de sus padres y de los Travieso se prodigaron en
las campañas de Morazán. Murió en San
Salvador en 1846, a los 52 años de edad. [18]
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*Anarella Vélez (Tegucigalpa, Honduras, 1956) Historiadora, ensayista y promotora cultural)
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Notas
[1] Castañeda, Elvia La batalla del amor,
María Josefa Lastiri, Tegucigalpa, 1992
[2] Las Primeras Damas de Costa Rica
[3] Mejía Nieto, Aturo Morazán Presidente
de la desaparecida República Centroamericana, Editorial Nova, Buenos Aires, 1ª
ed., 1947
[4] Ibidem, pp 88
[5] Guier, Enrique. El General Francisco
Morazán, San José, Editorial Stvdivm, 1ª.
Ed. 1982, pp 13
[6]
Cáliz Suazo, Miguel. La posteridad nos hará justicia. Ediciones
Guardabarranco, 2002. Vol IV. En el que recopila documentación acerca de
dictador Braulio Carrillo.
[7]
http://www.tiquicia.org/pds/pd/13-XIII.htm
[8] Wilson, Baronesa de América de fin de
siglo. Ed Soler y Llach, Barcelona 1897
[9] Montúfar, Lorenzo Centro América.
[11] Juana Azurduy de Padilla, Chuquisaca,
1780-Jujuy1860, heroína de la independencia del Alto Perú, actual Bolivia. En
1802 contrajo matrimonio con Manuel Ascencio Padilla, con quien tendría cinco
hijos. Tras el estallido de la revolución independentista el 25 de mayo de
1809, Juana y su marido se unieron a los ejércitos populares, creados tras la
destitución del virrey y al producirse el nombramiento de Juan Antonio Álvarez
como gobernador del territorio. El caso de Juana no fue una excepción; muchas
mujeres se incorporaban a la lucha en estos años.
Juana colaboró activamente con su marido
para organizar el escuadrón que sería conocido como Los Leales, el cual debía
unirse a las tropas enviadas desde Buenos Aires para liberar el Alto Perú.
Durante el primer año de lucha, Juana se vio obligada a abandonar a sus hijos y
entró en combate en numerosas ocasiones, ya que la reacción realista desde Perú
no se hizo esperar. La Audiencia de Charcas quedó dividida en dos zonas, una
controlada por la guerrilla y otra por los ejércitos leales al rey de España.
[12] Manuela Sáenz y Aizpuru o Sáenz de
Thorne, también llamada Manuelita Sáenz; Quito, 1793 – Paita, Perú, 1859.
Patriota ecuatoriana. Esposa del doctor J. Thorne (1817), se convirtió en la
amante de Bolívar (1822), al que acompañó en todas sus campañas y al que, en
una ocasión, salvó la vida (1828), lo que le valió el apelativo de Libertadora
del libertador.
[13] Bartolina Sisa, guerrera aymara y
ancestral boliviana, nació en 1753 en Sullkawi (hay otra versión que dice que
nació en 1750 en Qara Qhatu, cerca de la ciudad de La Paz). Pudo ver los
atropellos que se cometían con las poblaciones indígenas. Dedicó su vida a
luchar contra la opresión de los colonizadores, buscando la libertad y una vida
digna para sus hermanos indígenas. Se casó con Tupak Katari, un joven aymara
que compartía la misma convicción ante la contingencia que vivían. Se unen a
Túpac Amaru y a su esposa Micaela Bastidas , dos guerreros incansables, en
busca del mismo propósito de libertad para sus pueblos y que lideraban el grupo
de los quechuas. Estalla la insurgencia aymara-quechua y en 1781 Túpak Amaru es
proclamado Virrey del Inca y Bartolina Sisa es elegida Virreina.
[14] Gertrudis Bocanegra Nació el 11 de
abril de 1765 en la ciudad de Pátzcuaro Michoacán en la sociedad colonial de la
Nueva España. Hija de los españoles Pedro Javier Bocanegra y Felicia Mendoza,
se casó con Pedro Advíncula de la Vega, soldado del regimiento provincial. En
su matrimonio procreó cuatro hijos. Organizó una red de comunicaciones mientras
su hijo y su esposo se incorporaron al ejercito insurgente en las filas de
Manuel Muñiz, que a su vez, se incorporó con su tropa al ejército comandado por
Miguel Hidalgo a su paso para Guadalajara, tomando parte en la batalla de
Puente de Calderón. Su esposo y su hijo, sucumbieron en batalla. Fue enviada a
su natal Pátzcuaro para organizar las fuerzas insurgentes y facilitar la
entrada a su ciudad. Fue apresada y sufrió interrogatorios para que delatara a
sus compañeros. Sujeta a proceso fue sentenciada y fusilada al pie de un fresno
de la plaza mayor, hoy Vasco de Quiroga, el 11 de octubre de 1817.
[15] Luisa Cáceres de Arismendi Heroína de
la Guerra de Independencia de Venezuela (Caracas, 1779 – 1866). Su padre,
Domingo Cáceres, y su hermano Félix fueron asesinados por los realistas en la
población de Ocumare en 1814, por lo que tuvo que emigrar con el resto de su
familia a Isla Margarita, donde contrajo matrimonio con el general Juan
Bautista Arismendi. Al año siguiente, fue detenida por las autoridades
españolas con el propósito de presionar a su esposo Arismendi, quien
desarrollaba una feroz campaña contra las fuerzas españolas. Sin embargo, el
gobernador de Isla Margarita, el español Joaquín Urreiztieta, no consiguió nada
ni de ella ni de su marido por lo que Luisa permaneció en la prisión de la
fortaleza de Santa Rosa -donde tuvo a una niña que murió en el parto- hasta que
fue trasladada a la fortaleza de Pampatar, de allí a La Guaira y finalmente a
España (1816), donde también fue víctima de presiones para que renegara de sus
ideas republicanas. Sin embargo, nunca abandonó sus ideales independentistas.
Una vez en libertad, regresó a Venezuela en 1818 y continuó apoyando las ideas
de libertad y soberanía del pueblo americano. Vivió en Caracas hasta su muerte.
En reconocimiento a su lucha por la independencia de Venezuela, sus restos
fueron sepultados en el Panteón Nacional en 1876.
[16] Policarpa Salavarrieta, ¿Santafé,
Guaduas, Mariquita?, ¿1793-1795?-Santafé, 14 de noviembre de 1817 Esta heroína
colombiana, patriota, amante de la libertad usó nombres, salvoconductos y
pasaportes falsos, se empleó como doméstica para espìar y facilitar emboscadas
de la guerrilla, conspiró contra los realistas, ayudó a organizar destacamentos
militares de apoyo a Simón Bolívar…
Fue arrestada junto a Alejo Sabaraín, cuando intentaba fugarse con
otros compañeros al Casanare, fue el hecho
que permitió la captura de la Pola, pues éste tenía una lista de nombres
de realistas y de partriotas que la Pola
le había entregado. Hasta ese momento, Policarpa había podido pasar desapercibida y moverse con gran
libertad por la ciudad. El sargento Iglesias, principal agente español en la
ciudad, fue comisionado para encontrarla y arrestarla. La Pola fue detenida con su hermano en la casa
de Andrea Ricaurte y Lozano. Inmediatamente
fue reducida a calabozo en el Colegio Mayor del Rosario. Un consejo de
guerra la condenó a muerte el 10 de
noviembre de 1817, junto con Sabaraín y otros patriotas.
[17] Micaela Bastidas (1745-1781), esposa
de Túpac Amaru II (José Gabriel Condorcanqui, 1738-1781) y su compañera en la
rebelión que encabezó en Perú. Fueron ejecutados el mismo día, con la menos
conocida Tomasa Condemayta, capitana de un batallón de mujeres que ganó
batallas a las fuerzas españolas
[18] Otras Fuentes webliográficas
consultadas:
1.http://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Josefa_Lastiri_Lozano
2.http://en.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_Josefa_Lastiri
3.http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Moraz%C3%A1n
4.http://es.rodovid.org/wk/Persona:111366
5.http://www.angelfire.com/ca5/mas/mor/mor010.html
6.http://www.historiadehonduras.hn/heroesyproceres/morazan.htm
7.http://www.sellosmundo.com/America/Honduras/sello_54478.htm
8.http://www.ihah.hn/FILES/PlanInterpretativoMuseo_CasadeMorazan..pdf
9.http://www.datuopinion.com/maria-josefa-lastiri-lozano
10.http://www.mcnbiografias.com/app-bio/do/show?key=morazan-francisco
11.http://www.latribuna.hn/2009/10/06/el-excelso-hijo-de-la-villa/
12.http://www.historiadehonduras.hn/presidentes/franciscomorazan.htm
13.http://es.scribd.com/doc/56588268/Documentos
14.http://www.angelfire.com/ca5/mas/mor/mor019.html
15.http://www.hechoshistoricos.es/html/eventos1792.html
16.http://translate.googleusercontent.com/translate_c?hl=es&prev=/search%3Fq%3D1792%26hl%3Des%26biw%3D969%26bih%3D138%26prmd%3Dimvns&rurl=translate.google.hn&sl=en&twu=1&u=http://www.brainyhistory.com/years/1792.html&usg=ALkJrhiDW-AlXP6sBC0WdlLS3hkVyEsCKA
17.http://www.ecured.cu/index.php/Francisco_Moraz%C3%A1n
18.http://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Moraz%C3%A1n
19.http://www.angelfire.com/ca5/mas/mor/mor014.html