domingo, 26 de agosto de 2012

Algunos apuntes sobre la muerte



La muerte: el ininterrumpido sueño

 

(). Platón estaría de acuerdo, tan sólo con respecto al vacío —la nada— de lo que sigue a la muerte; como él mismo lo explicaba: “…hay buenas razones para tener la esperanza de que la muerte sea algo bueno; por una de dos cosas: o la muerte es aquel estado de la nada y de suma inconciencia o, como dirían los hombres, algo cambia y resulta la migración del alma de este mundo a otro. Ahora, si suponemos que el estado consciente no existe, sino que es un estado parecido al sueño de alguien que duerme sin ser siquiera interrumpido por los sueños; entonces indiscutiblemente la muerte sería de mucho provecho.”

 

(). Lo último que aprenden los sacerdotes y los médicos antes de comenzar a practicar su ministerio es a guardar silencio, a ocultar en su incólume materia gris los secretos por los cuales se les atribuye tanto respeto y prestigio. Han convivido y sobrevivido durante siglos de sospecha, inquisición, persecución, encarcelación, tortura y muerte; y en comparación con los científicos y los poetas, han salido prácticamente ilesos. Ambos conocen los límites de la existencia (el ascender y el descender), el alumbramiento y la oscuridad, y han sabido guardar silencio ante las necedades e ilusiones de los particulares que velan por sus recién nacidos y sus muertos. Saben muy bien que antes de la primera nalgada y después del último pulso, no hay absolutamente nada. Lo único que queda de las almas de los desparecidos son las aureolas que alucinan ver los creyentes en las coronillas de los vicarios que por milenios han pactado con el Poder. Entiéndase, no es que haya distintivamente vicarios de Dios y vicarios del Poder, sino que en todos los quehaceres humanos resulta de mucho provecho la división del trabajo.
 
                                                             León Leiva Gallardo

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