(Durante la temporada de ópera 2005-2006 tuve la fortuna de ser enviado especial de la revista Contratiempo a varias funciones del Lyric Opera de Chicago con el fin de escribir reseñas sobre las obras. Esta es una de esas reseñas. LLG)
Carmen de Merimee a Bizet
Tres meses después del premier de
Carmen en la Opera Comique de París, en marzo de 1875, muere
de un síncope el compositor francés Georges Bizet a los 38 años, y
en plena resignación por considerarse un fracasado. Nunca se imaginó
Bizet que su postrer “fracaso” llegaría a hacer escuela y
llegaría a convertirse en la obra más producida y aplaudida del
repertorio operístico. Menos todavía habría de imaginarse que su
Carmen sería asunto central de más de veinte films. Bizet
había recreado, revivido, un gran personaje, un arquetipo. Digo
recreado, porque la pendenciera gitana de los ojos seductores fue
creación de Próspero Merimee, quien, después de sus viajes a
España, hubo de publicar su Carmen en 1845. Esta breve
novela, parecida a tantas nouvelles exóticas de la época,
sería la inspiración de Bizet y, por supuesto, el texto fuente del
libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy.
Para
muchos estudiosos, Carmen de Bizet inicia la escuela verista (en la ópera) y además hace una gran contribución a
la evolución de este arte por el tratamiento de temas serios en
contextos y con elementos populares, cuestión que ocasionaría
reacciones varias según los tiempos. La obra también se distingue
por la importancia que Bizet le atribuye a las danzas, con el fin de
obtener, e incluso producir, efectos dramáticos o psicológicos. En
Carmen, la danza no es un mero capricho ni un entremés, ni
motif extrínseco, sino un elemento esencial que define la
caracterización de los personajes*. Para lograrlo, por supuesto,
Bizet tuvo que darle uso a sus conocimientos de la música española,
aunque estos fueran toda una gama de clichés. Se tiene por entendido
que Bizet escribió la letra de “La Habanera”, basada en “El
Arreglillo”, una canción del compositor español Sebastián
Yradier (1809-1865). Por otro lado, Roncaglia escribe, en Invito
all’opera, que la danza voluptuosa que Carmen canta y baila
como preludio al cuarto acto es un bolero de Manuel García. Y sobra
decir que la seguidilla (sevillana), por supuesto, era un estilo muy
conocido en Francia. De manera que la música española en Carmen
es algo original, en cuanto a autoría, pero de ninguna manera se
va a tener como la expresión auténtica del pueblo andaluz y menos
del gitano.
Curiosamente, Según Jeremy Tambling (de la Enciclopedia de la Literatura), en una ocasión Bizet dijo, con respecto a la música y su audiencia: “Si quieren mierda, se las daré”. Se refería, por supuesto a la música “reinventada” por un lado y por el otro a los pequeños burgueses parisienses. Este comentario no debe interpretarse como salido del espíritu creador, sino del compositor cansado de las exigencias comerciales de las compañías operísticas, cuestión que omitió mencionar el profesor Tambling. En todo caso, una vez en el trance que causa el espectáculo, desde lo marcial, a lo gitano, a la gran fiesta taurina, el ambiente de la España tradicional se hace sentir durante toda la función. Sin duda es a todos estos elementos, más la expresión de lo cotidiano y el desacato de los sentimientos como parte de un entorno inexorable, lo que llaman verista (en Italia), escuela ya antes conocida como naturalista** en el mundo literario.
Curiosamente, Según Jeremy Tambling (de la Enciclopedia de la Literatura), en una ocasión Bizet dijo, con respecto a la música y su audiencia: “Si quieren mierda, se las daré”. Se refería, por supuesto a la música “reinventada” por un lado y por el otro a los pequeños burgueses parisienses. Este comentario no debe interpretarse como salido del espíritu creador, sino del compositor cansado de las exigencias comerciales de las compañías operísticas, cuestión que omitió mencionar el profesor Tambling. En todo caso, una vez en el trance que causa el espectáculo, desde lo marcial, a lo gitano, a la gran fiesta taurina, el ambiente de la España tradicional se hace sentir durante toda la función. Sin duda es a todos estos elementos, más la expresión de lo cotidiano y el desacato de los sentimientos como parte de un entorno inexorable, lo que llaman verista (en Italia), escuela ya antes conocida como naturalista** en el mundo literario.
Arquetipo o leyenda negra
Nietzsche llamó a Carmen la obra anti wagnereana por excelencia. Como buen misógino también la llamó “la música como mujer” o “la verdad como mujer”. Sin duda, pues mientras que los personajes de Wagner son los dioses de la mitología hiperbórea, los personajes en Carmen son “de la calle”: una gitana presa de su propia maraña, un militar cornudo, un torero corneado, una huérfana despreciada. Cápsula del trama: Carmen seduce a Don José y a Escamillo, el torero, pero Carmen prefiere a este último. Don José mata a Carmen al final y después se entrega a su propia muerte. Micaela, la antítesis de Carmen, la huérfana enamorada, nunca llega a esposarse con su amado Don José, quien la desprecia por Carmen. Todo esto acaece como una suerte del sino o como la desenfrenada concupiscencia del alma perdida (léase España).
Nietzsche llamó a Carmen la obra anti wagnereana por excelencia. Como buen misógino también la llamó “la música como mujer” o “la verdad como mujer”. Sin duda, pues mientras que los personajes de Wagner son los dioses de la mitología hiperbórea, los personajes en Carmen son “de la calle”: una gitana presa de su propia maraña, un militar cornudo, un torero corneado, una huérfana despreciada. Cápsula del trama: Carmen seduce a Don José y a Escamillo, el torero, pero Carmen prefiere a este último. Don José mata a Carmen al final y después se entrega a su propia muerte. Micaela, la antítesis de Carmen, la huérfana enamorada, nunca llega a esposarse con su amado Don José, quien la desprecia por Carmen. Todo esto acaece como una suerte del sino o como la desenfrenada concupiscencia del alma perdida (léase España).
Un drama
sin héroes ni heroínas, donde las mujeres son prostitutas o
vírgenes y los hombres bellacos, entonces: espectáculo de seres
exóticos y exagerados que gratifican la sensibilidad del público
francés; audiencia que a la vez está hambrienta de corroborar lo
atroz que puede ser todo aquello que no refleje sus propios vicios
imperiales de la época. Como el bon savage, la Carmen personaje, cumple con las expectativas de los franceses que todavía
manejan estereotipos del carácter español, según la leyenda negra
que se nutrió a medida que España iba afrentándose a sus rivales.
No
obstante lo dicho, Bizet supo utilizar estereotipos, especialmente
de los andaluces, y logró crear arquetipos. Sin preverlo, interpretó el sentir popular y lo elevó al nivel de realidad compartida.
Carmen es irresistible y siempre guarda secretos
fatales y el macho siempre sucumbe ante su mirada seductora: cae el
torero, cae el militar. La popularidad de la obra, tanto entre especialistas
como entre aficionados, se debe a este inesperado devenir y cambio de
fortuna. Y es que no hay otra mujer como Carmen en el repertorio
operístico, ni tampoco en otro repertorio verdadero, porque nunca
hubo tal mujer sino en la morbosidad del hombre que se nutre de
lascivia judeo-cristiana: Eva, Dalila, Salomé, Jezebel…
Carmen en el Lyric
Opera de Chicago
La condena de Don José se destaca
como nunca antes visto en esta versión de Carmen.
En el preludio vemos a Don José a punto de ser fusilado. Al final
volvemos a la misma escena y es fusilado.
Esta
escena impromptu
enmarca la trama. Fácil: como cuando el que va a morir hace recuento
de todo lo que a sucedido, esta escena alterada temporal y
espacialmente es otro préstamo del prolijo Merimee. Verla por
primera vez, tan tajante dado su instantaneidad, produce un efecto
subliminal y nos predispone a seguir una línea particular de
razonamiento, además que le da toda otra dimensión narrativa a la obra. Comenzar la acción con el merecido final de Don José es
insinuarle al público que vea con otros ojos el personaje que nunca
ha dejado de ser un mero instrumento. La obsesión de Don José ni
siquiera se le aproxima a la tenacidad de Carmen por ser Carmen. Don
José es sólo un medio, un instrumento de un solo filo: el
filo de la muerte.
Esta
insinuada lectura, entre tantas, nos hace centrarnos en los aspectos
psicológicos, en la compleja caracterización de los personajes. Uno de los
logros menos advertidos de Carmen
de Bizet es la manera magistral en que la música define el carácter
de los personajes principales. Nada es gratuito o fortuito en Carmen.
Por lo tanto la ejecución tiene que ser cabal.
Neil Shicoff y Denyce Graves
Cabal fue Denyce Graves, mezzosoprano estadounidense, que se ganó la admiración de todo mundo (recibió tremenda ovación). Graves marcó su presencia, además de encarnar a la Carmen magistralmente con estupenda actuación, manejo completo de su persona, dominio del lenguaje corporal, agilidad de movimientos, soltura, erotismo. Sin exageración, también nos sedujo su voz: potente y a la vez muy bien modulada, tanto en las partes líricas como las más dramáticas. Su cabalidad (como el efecto carmino que logra Saura en su film), somete al débil tenor, Neil Shicoff, quien interpreta a Don José. El dueto con Rost, parle-moi de ma mere, resultó desapasionado y hasta defectuoso. Aunque fue mejorando a medida que transcurría la función, Shicoff imposta la voz para lograr las notas culminantes, esto le resta belleza e impone un soplo en la melodía. Vale mencionar que este papel exige que el tenor sea lírico en los dos primeros actos y después dramático en los últimos dos, intenso cambio no muy fácil de ejecutar. Shicoff logró hacer un buen papel al final, pero la manera en que maneja el cuerpo me recordaba más a Wozzek (el personaje inseguro de Alban Berg) que al convencido Don José. Recordemos que Don José representa el hermetismo del cristiano viejo, pero la actuación y la vocalización de Shicoff no mostró la convicción necesaria para que su devenir fuera trágico. Este Don José no causaba empatía, sino lástima. Por otro lado, Micaela, representada por la soprano Andrea Rost, también quedó opacada por la vigorosa voz de Denyce Graves, e incluso por las gitanillas contrabandistas (las soprano y mezzo respectivamente, Susana Phillips y Lauren McNeese).
Neil Shicoff y Denyce Graves
Cabal fue Denyce Graves, mezzosoprano estadounidense, que se ganó la admiración de todo mundo (recibió tremenda ovación). Graves marcó su presencia, además de encarnar a la Carmen magistralmente con estupenda actuación, manejo completo de su persona, dominio del lenguaje corporal, agilidad de movimientos, soltura, erotismo. Sin exageración, también nos sedujo su voz: potente y a la vez muy bien modulada, tanto en las partes líricas como las más dramáticas. Su cabalidad (como el efecto carmino que logra Saura en su film), somete al débil tenor, Neil Shicoff, quien interpreta a Don José. El dueto con Rost, parle-moi de ma mere, resultó desapasionado y hasta defectuoso. Aunque fue mejorando a medida que transcurría la función, Shicoff imposta la voz para lograr las notas culminantes, esto le resta belleza e impone un soplo en la melodía. Vale mencionar que este papel exige que el tenor sea lírico en los dos primeros actos y después dramático en los últimos dos, intenso cambio no muy fácil de ejecutar. Shicoff logró hacer un buen papel al final, pero la manera en que maneja el cuerpo me recordaba más a Wozzek (el personaje inseguro de Alban Berg) que al convencido Don José. Recordemos que Don José representa el hermetismo del cristiano viejo, pero la actuación y la vocalización de Shicoff no mostró la convicción necesaria para que su devenir fuera trágico. Este Don José no causaba empatía, sino lástima. Por otro lado, Micaela, representada por la soprano Andrea Rost, también quedó opacada por la vigorosa voz de Denyce Graves, e incluso por las gitanillas contrabandistas (las soprano y mezzo respectivamente, Susana Phillips y Lauren McNeese).
Es de
importancia tener en cuenta que Micaela, personaje frágil y sumiso,
es la antítesis de Carmen y representa el amor casto por el que Don José jura fidelidad a un principio. También ella es
cristiana vieja y su personaje es el único que no perece ningún
“embrujo”. Menciono, no sin imponer el anacronismo, el concepto de “cristiana vieja” porque Merimee y
luego Bizet manejan esta polaridad. Lo cristiano y profano sale a
relucir y esto se simboliza en el vestuario. Los gitanos se
visten de colores agrios, Carmen viste de rojo; en cambio Micaela
viste de azul-celeste. Todo esto se maneja con sutileza en esta
producción de Carmen.
Curiosamente,
otra sorpresa del Lyric que parte de lo convencional, esta Carmen al
final viste de blanco con pañuelo rojo, a lo africano. No sé si
fue algo incidental, pero la Denyce Graves es afroamericana y quizá,
con el poder de diva, quiso hacer un comentario social al
morir vestida como las esclavas. Esta es la primera carmen que veo
vestir de blanco inmaculado y el efecto fue sorpresivo aunque no de
mucho tacto. El comentario le resta significación a la
opresión que también han sufrido los gitanos, tema que no tocan ni
Merimee ni Bizet. Atentos, si no fue intencional, el efecto aún se
impone. Recordemos que la ópera es también un arte visual.
Georges Bizet
Cuestión que nos lleva a lo indeciso que estoy, ¿Acaso Carmen es víctima y a la vez victimaria? En Bizet lo es. Carmen victimiza a sus amantes, pero al final se encuentra con su destino, su trágico final. En Merimee no lo es. La Carmen del romance francés de Merimee es claramente demonizada, una suerte de femme fatale. Merimee era un misógino envelado (como la mayoría de los hombres). Sépase que en su nouvelle escribió un epígrafe en griego, de pronto para que no lo entendieran muchos, que reza (según mi traducción del inglés): “Toda mujer es amarga como la bilis, pero tienen dos buenos ratos: uno en la cama y el otro en la tumba”. Comentario osado de Merimee quien también tenía sus prejuicios contra los españoles.
El tema de
la mujer, se advierte en esta producción porque rescata la comicidad
que pretende su clasificación como opera
comique. Aunque esta carmen también nos
hace reír, también nos hace penar. A los hombres los payasea.
Zúñiga, representado por el barítono-bajo, Christian Van Horn,
hace un papel cómico, sin precedentes, que yo sepa. Excelente
barítono, habría sido un bravo Escamillo (el toreador). Tiene una
voz grave, clara y con fuerza, como para lo dramático (me recuerda al formidable Samuel Ramey).
Espectáculo Todo lo demás no me causó mucha
impresión. Los niños del Chicago Children’s Choir lucieron bien
y cantaron bien. Las danzas dejaron mucho que desear. Los motivos
flamencos resultaron afrancesados, con técnicas del ballet
clásico. Lástima porque esta obra se presta para
contratar bailaoras auténticas. La coreografía en general tuvo sus
ratos buenos y malos.
La
producción del Lyric Opera de Chicago adaptó mucho de la novela de Merimee, incluso
los paisajes, como la gruta donde Carmen y sus compinches manejan el
contrabando. Al final, a mi ver, en la fiesta taurina, debieron
usar más extras. El desfile fue escaso y me dio la impresión que el
público de Chicago esperaba más vistosidad y vestuario. Lo
glorioso fue que Denyce Graves se hizo una diabólica y divina diva en
su papel de Carmen.
León Leiva Gallardo
(Chicago, Illinois, noviembre del 2005)
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Notas
*Vale mencionar que
los franceses han contribuido a la ópera más de lo que se estima.
Muy aficionados al ballet
y a la sensualidad corporal, no dudaron mucho en incorporar la danza
a un arte que en Italia tenía como fin ser solo dramma
musicale o melodramma,
es decir teatro cantado. Sucedía que originalmente la danza se le
consideraba meramente ornamental, superflua. Esto lo cambió la Grand
Opera francesa.
**Se tiene por
entendido que las vidas sufridas de estos personajes no tenían
escapatoria; eran presas de su propio entorno.
Obras de consulta
Invito all'opera, Gino Roncaglia (1883-1968). Ed. Tarantola. Milano, 1954 (seconda edizione rifatta e ampliata).
Carmen
(1845),
Jeremy
Tambling (University of Hong Kong), del sitio Web:
http://www.litencyc.com/,
15 March 2002.
[libretto]
Carmen: Opéra en trois
actes par Henri Meilhac et Ludovic Halévy,
tiré
de la nouvelle de Prosper Mérimée, Musique de Georges Bizet,
del sitio Web:
Opera
Resource: http://www.r-ds.com/opera/resource.htm
Carmen,
de
Próspero Merimee. Project Gutemberg.
Where
Spain lies: Narrative dispossession and the seductions of speech in
Merimee's Carmen
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