Raúl Dorantes (en el basement)
Toda obra literaria es una exploración de las realidades percibidas,
imaginadas e inclusive olvidadas. En este sentido el acto de escribir es un
ejercicio nemónico, un complejo mecanismo para traer a superficie lo que
almacenamos en algún rincón —y para usar un término por medio del cual se
manifiesta el escritor mexicano Raúl Dorantes— en un sitio especial del
basement (sótano, en inglés).
Solo basta leer unas páginas de la novela De zorros y erizos (Editorial El
Beisman, 2013) para uno darse cuenta de que en esta excursión a la realidad
inmediata, también se procura explorar las conciencias que conforman una
cosmovisión. Estas conciencias que pueden incluso concebirse como esferas
personales, sociales y míticas (subconsciente colectivo y cultura) se advierten
en la interacción de personajes que parecen estar atados a un fatalismo
histórico, del pasado y presente individual y de un tiempo imaginario (el de la
muerte). Estos trámites de conciencia los ha empleado Dorantes anteriormente en
sus cuentos y obras teatrales, pero en esta su primera novela —ambientada en
Pilsen del sur de Chicago— es donde se estructuran cabalmente para componer la
obra que a mi ver es un precedente literario (en español) en el tema de la vida
del migrante.
La novela como excursión narrativa por Pilsen —el sector histórico de
Chicago donde en las últimas décadas conviven mexicanos y méxico-americanos—
trata de la precaria vida de un grupo de latinoamericanos que sobreviven entre
las artes y el hastío y, como en suerte de rito lúdico, forman una fraternidad
(en verdad una hermandad, porque hay mujeres) mediante la cual conviven
desamores, vicisitudes, intereses artísticos e intelectuales y hasta la cuita
mayor, la muerte. El hilo unificador es la vida misma de Jacobo, el narrador,
quien no parece figurar porque se distancia o mira a través de una cámara,
parecida a la de cine. No obstante lo dicho, entre los personajes de mayor
importancia están, como advertimos al final, el mismo narrador, Jacobo, el
periodista y el pintor Xul. (El nombre de este personaje de pronto viene del
pintor argentino, Xul Solar, pseudónimo de Agustín Alejandro Schulz Solari.)
Esta novela da mucho que pensar y también mucho que explorar. Sin duda
podría ser texto esencial en las clases de literatura, ya que en esta se
combinan diestramente varios estilos narrativos (de los más avanzados),
técnicas de diálogos, tiempos verbales y lenguajes, sin que estos se antepongan
o confundan. Esto quizá se deba a lo auto referencial, escribir sobre el
escribir; algo que se hace explícito al final de la novela, cuando el narrador
se refiere a las partes de su “reportaje” que resultan ser secciones o
capítulos de la novela misma (pp. 239-240).
Los aspectos formales más notables de la novela son
los siguientes: rápidas intermitencias de escenas, la constante interlocución
de lo aparentemente inconexo, el uso de varios estilos narrativos y de
mecánicas de diálogos, alusiones a las artes, el intertexto, referencias
históricas y políticas (locales). Todo esto se complementa y resulta en una cabal
composición entre forma y contenido.
Como otro componente, el lenguaje transita entre el informal, el formal y
el culto. En cuanto al lenguaje informal vale mencionar que Dorantes siempre ha
usado el spanglish como vehículo de apropiación de una voz “auténtica”. Notablemente,
me parece que si la novela se limpiara de todas las frases y giros en
spanglish, perdería mucho la ambientación de subcultura, pues trata sobre la
vida de personajes migrantes y sobre la adaptación o inadaptación de los
mismos. Dorantes también hace las debidas distinciones nacionales de sus
personajes, y, por supuesto, como ha sido siempre, maneja muy bien los
diálogos. (Vale mencionar que los diálogos y narraciones de Xul son
magistrales.) La narrativa de Dorantes es económica, mas en muchas ocasiones se
vuelve descriptiva, reflexiva o contemplativa, aspecto que ayuda al lector
también a reflexionar o registrar lo que es más que una excursión o un
anecdotario. Haciendo colación de la manera de concebir esferas varias de
coexistencia, es notable que Dorantes a menudo utilice el futuro simple y
especialmente el condicional para describir las acciones.
Sus palabras serían un consuelo. Arriba zumbarían las aspas del ventilador;
abajo me reconfortarían el olor a tinta seca, un Streetwise y cientos de libros
alrededor. Luego de un tercer cabeceo, volvería a hacer un recuento de las
veces que Xul había pronunciado sus frases, cuatro palabras, 13 letras que nos
salvaban de la muerte […] (p. 133)
Esta opción no es un deje estilístico. De hecho con estos tiempos crea una
experiencia o una vivencia casi onírica. La misma imprecisión o antelación de
las acciones por realizarse nos permiten transitar entre pasado, presente y
futuro. Estos tiempos verbales son incluso cruciales para que la voz y visión
del narrador (personaje clave al final) se nos haga más verosímil.
En términos generales, la novela se suma a la novelística contemporánea
latinoamericana, en la que frecuentan los temas auto referenciales, el estilo
de la crónica, la metaliteratura, la erudición o la cultura popular, etc.,
combinados con la búsqueda de lugares, tiempos, personajes o seres perdidos. Como
ejemplos, basta mencionar Los detectives salvajes de Bolaño, Respiración
artificial de Ricardo Piglia, El cantor de Tango de Tomás Eloy Martínez o El
ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vázquez. Se advierte, sin duda, una
diferencia, algo que distingue a Dorantes, además de su lenguaje, y es que De
zorros y erizos puede ser literatura comprometida. En la misma excursión por
las calles de Pilsen, además de ser una exploración del sí mismo, se presencia
un acto de conciencia social y auténtica preocupación por las condiciones de
vida de los migrantes. Lo anterior es emblemático en toda la obra de Dorantes. No
es una exageración decir que Raúl Dorantes ha sido, por medio de la literatura
y la crónica periodística, un incansable historiador de la vida migrante en
Chicago. El libro Y nos vinimos de mojados (2007), que escribió junto con Febronio
Zatarain, es una de las mejores muestras de crónica cultural que se han escrito
en español en EE.UU.
No obstante el reconocimiento de la preocupación social, De zorros y erizos
es, más que todo, una incursión a la conciencia. Como es habitual en los
escritores, el momento histórico, el entorno e incluso las tramas o tragedias a
veces son territorio o solar donde pueden edificar su casa, academia, templo o
panteón. El carácter introspectivo de Dorantes lo lleva siempre a perseguir lo
metafísico en todo nicho que habite. De la misma manera que un poeta,
oportunista como un zorro, interioriza el entorno inmediato y luego lo vuelve
habitable con sus “demonios”, léase preocupaciones literarias, existenciales,
políticas o filosóficas. Curiosamente, es difícil decidir si Dorantes es un
zorro o un erizo. Hay momentos en la novela en que manifiesta un entendimiento
unificador, pero también hay muchas instancias en que se presenta como un tenaz
malabarista de la realidad. Esta interesante distinción de caracteres la hizo
Isaiah Berlin, basado en la fábula, y por medio de Marco Escalante, quien por
cierto fue quien recomendó el nombre a la revista Zorros y Erizos, llega a ser
parte del discurso de Dorantes; algo que nos demuestra que aquí estamos
tratando de una literatura de ideas y no de meras tramas entretenidas.
Hablando de tramas, la de la novela de Dorantes no es
tan débil como suelen ser en la novelística latinoamericana, además que es una
muy interesante. El pintor Xul ha hecho una profecía. Alguien de la Fraternidad
va a morir el 12 de octubre. Esta profecía desencadena todo tipo de
especulaciones y sorpresas que de por cierto mantienen en suspenso tanto a los
personajes como al lector. Por otra parte hay subtramas, la de los personajes y
miembros de la Fraternidad, quienes siempre están glorificando sus cuitas. La
trama mayor entre los miembros de la Fraternidad es la de Jacobo, el periodista
y narrador. Estos personajes inmersos en sus propias esferas personales chocan,
se unen, se combinan, se separan, todos en un conglomerado confuso, caótico,
pero que a la vez los mantiene en senda constante. Imagínense la mirada de Dios
ante el caos humano; nos veríamos como hormigas insignificantes, y sin embargo
en la inconsútil labor de seguir con vida. En una parte de la novela, a
Mauricio, quien padece de un malestar cardíaco, parece solo importarle el cine
(se alude al film Donde sueñan las hormigas verdes de Herzog, 1984):
Solo le importaba El sueño de las hormigas verdes, que hibernaban para
soñar el universo. (p. 125).
Las esferas también se intersectan (sin comentarios morales, valga más) y
nos remiten al plano histórico actual; mas asociadas con alusiones ya sean del
narrador o de los personajes en sus diálogos, nos llevan a otros planos
(ancestrales, intertextuales o metaliterarios). Lo anterior se puede apreciar
en la narración de Xul:
Sí, hay un mundo tan de uno que los demás no pueden entender; uno tampoco
puede verse como los demás lo ven. Uno está en su propio mundito, y ve que pasa
un avión y murmura: ese avión podría ser lo más grandioso pero nunca llegará a
una flor. En ese momento esa es la verdad y nadie se la quita. Después —puede
pasar un mes, un año— ya empieza uno a ver el mundo como los demás. Te causa
dolor. […] las cosas que uno plasma así son bien chingonas. ¿De dónde las saca
uno? De toda esa continuidad de vida que se ha ido acumulando. (p. 97)
Esta definición de la manera de ver, de la visión de mundo del personaje,
la podemos atribuir a la novela misma, es decir, al autor. Se sabe que todo
escritor está en constante valorización y revalorización de su persona y de su
realidad. Las obras literarias que compone constatan sus actos de fe, que de
hecho son fieles solamente a las circunstancias: he ahí la libertad en las letras
y las artes.
Raúl Dorantes ahora nos permite presenciar otro de sus actos, el más tenaz
entre varios que ha puesto en nuestras manos.
León Leiva Gallardo,
San Antonio, Texas,
31 de agosto de 2013
(Esta reseña se publicó originalmente en la revista MediaIsla: http://mediaisla.net/revista/2013/08/de-zorros-y-erizos-una-incursion-a-la-conciencia/)