sábado, 8 de junio de 2019

Memorias del lago Michigan: Un legado de arte pedestre

Apreciar una obra de arte desde el punto de vista de un simple observador invita a formular definiciones. En este sentido, toda obra de arte es una ars poetics, una teoría plasmada en un medio convencional o en un medio “encontrado”.
            La obra más reciente del pintor colombiano Luis Fernando Uribe reúne y combina medios convencionales (fotografía, pintura) y medios encontrados o descubiertos. Consiste por una parte de fotografías (tomadas con cámara digital) de un sinnúmero de figuras dibujadas, pintadas y grabadas sobre piedras rompeolas del lago Michigan, las que sirven no sólo de muros de contención, sino también de asiento a miles de vecinos y visitantes del lago. Lo que para Luis Fernando Uribe al principio, hace un par de años, fue un simple paseo a pie por la orilla del lago, con el tiempo se fue tornando un concepto meditativo y revelador de la inherente capacidad creadora del ser humano. En los últimos ocho meses, según cuenta, se ha dedicado a tomar fotos de las figuras que más lo asombran o lo emocionan. Las figuras en sí oscilan entre el tamaño de un tatuaje de brazo a unas de casi un metro diámetro. Por otra parte, las fotos son de tamaño normal y tomadas con el solo propósito de revelar el contenido y la forma particular de cada figura. Uribe, de ninguna manera pretende destacarse como fotógrafo, sino revelar y compartir con el público el arte popular que ha descubierto en los imperecederos petroglifos que ha ido encontrando en el lago.

Las figuras, que son toda una gama, tratan desde lo banal hasta lo espiritual, asoman desde la ocurrencia hasta lo poético, desde el garabato hasta una obra de arte de valor propio. Que conste que hay figuras grabadas en bajo y alto relieve que nos hacen recordar que la piedra y algún instrumento rudimentario facilitaron el estadio primordial en el que se calcó la creatividad misma.  Hay figuras que se asoman apenas para darnos noticia de una forma de significado tan personal, que pareciera no decir nada y hay símbolos que pretenden contener los secretos del universo, como —dice Uribe— “el ankh de los egipcios, el origen de la vida…: el arte popular es la recapitulación de todo, llevado a la nadería de un espacio inútil. Pueden ser un simple número estilizado, grabado en el concreto; o un símbolo esvástica, cruz, ying yang, etc. “Y este, mirá, que es un símbolo de las pandillas”, me dice Uribe entusiasmado, porque él sabe que todo tiene cabida en el reino del arte. A propósito, uno de los comentarios más rescatables de Uribe muestra la afabilidad y la disponibilidad del artista, me dijo: “me pareció insoportable no haber hallado mucho erotismo, así que me inventé algunas y las incorporé a mis pinturas… y hasta me fui al lago e hice inicios de grabados…”. El legado continúa.
Las memorias del lago también pueden consistir en una frase completa, un dibujo o grabado figurativo e incluso poemas completos, como los que encontró de Kavafis y de Wylde. Según Luis Fernando Uribe, muchos de estas memorias fueron realizadas por artistas urbanos o estudiantes de arte, ya que muestran habilidad, precisión, un conocimiento de la composición y, más que todo, afinidad con ese aspecto unificador que tiene todo arte: la marca insobornable de la humanidad.


La forma y los temas

Luis Fernando Uribe decidió darle orden a su hallazgo y clasificó las fotos en temas que éstas mismas comprenden: lo ideológico, lo espiritual o existencial (con la iconografía universal), animales, política, el amor, lo personal.  Los resultados son asombrosos, una vez las fotografías se reúnen y se disponen en un cartel para conformar una serie, ya sea de uno de los temas ya mencionados o una serie que muestre todos los temas. Quizá lo más fiel al objeto encontrado (en este caso un petroglifo) sería la serie que comprende todos los temas sin ninguna ordenación: es así como se encuentran en el lago, como meras memorias inconexas. Uribe recorrió la orilla del lago desde el Norte hasta la 35 al sur, donde encontró la figura o la frase más antigua y que data del año 1930.

El recorrido mismo por el tiempo le permitió ponderar sobre la posibilidad de plasmar las “memorias” en un medio que no difamara más lo que puede ser un espejismo: la existencia. La fotografía (por simple que sea) representa mejor la creatividad colectiva de 67 años de lo que ante los ojos del un transeúnte común sólo sería vandalismo. Como lo explica Uribe: “Esto no se trata de grafitti… Yo lo veo más como expresiones de arte popular…”. Sin duda, realizados furtivamente, por personas que no pretendían más que dejar una huella en lo más seguro y duradero, en un muro de contención que resguarda la orilla del lago y la ciudad.

De inmediato vienen en mente la pintura rupestre de las cuevas de Altamira o Lascaux en Francia. De pronto una figura que denota una cosa y connota otra se vuelve la formulación de una estética. Pensé yo, si existe el arte rupestre, ¿por qué no un arte pedestre? La primera impresión que tuve al ver los carteles de fotografías fue que no sólo se trataba de un ordenado collage de figuras llamativas, descriptivas —polisemias—, sino que también se estaba rescatando el legado de más de medio siglo de arte popular que ahora se me ocurre llamarlo pedestre, porque la única manera de encontrarlo es “a pie”, mas no por ser vulgar o repugnante, sino porque se realiza con el riesgo riesgo de ser considerado como tal.

Luego de una amena conversación  durante la cual Uribe tomó fotos y compartió otras anécdotas del lago Michigan,  como un "afterthought", ya cuando nos depedíamos, el maestro colombiano me dice sonriendo: “Lo que más encontré fueron flechas, León”. Reímos de lo fácil y seguramente también de lo difícil. "Hacia algún lugar ignoto nos dirigen", le respondí.
            

               León Leiva Gallardo


                                                                            
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Este artículo fue publicado en el 2011 por la revista Contratiempo de Chicago. La exhibición de Luis Fernando Uribe “Lake Front Memory”, se llevó a cabo en la Galería Aldo Castillo el 19 de octubre del mismo año.

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